Mercedes Rosúa Delgado. Ningún pedigree de víctima -pero ningún olvido para los que sí lo fueron- ni de oprimida.
Un cuaderno y un bolígrafo; las palabras, siempre. Son el primer barco de una infancia largo tiempo varada en la que los personajes de los cuentos, las voces de los seriales de la radio escalan las paredes del dormitorio, avanzan por la colcha. Madrid es un puerto, y, con España toda, una raíz hincada en algo que ella aún no lo sabe (porque hay que ser internacionalista, despectiva y lejana) pero se llama amor.
De ahí se zarpa luego, mientras la vida se escribe, y se recorre el mundo, recalando en el universo totalitario de la China todavía maoísta, en países árabes, en grises y luces de Europa. Y publica libros, artículos, se gana la vida enseñando, ejerce la cátedra, posee licenciaturas, títulos, obtiene el doctorado, observa, absorta y temerosa, la destrucción de la enseñanza pública, la persecución de los valores universales, de la democracia auténtica, de la verdadera libertad. Deambula por un país desconocido, que es el propio, donde reina, ante las evidencias, un extraño silencio.
Navega -navegará siempre- costeando la topografía de los nuevos archipiélagos totalitarios, donde las tribus ávidas nutren y ordeñan su ganado. Va por el mundo (el precio alto, además de escribir las cosas, es vivirlas). Continúa.
La autora, M. Rosúa, ha tratado, en buena parte de sus libros y artículos, la evolución de la República Popular China, que conoció personalmente en su estancia durante la Revolución Cultural y a la que regresó en posteriores visitas. También el y los totalitarismos, el comunismo, las utopías parásitas, como es el caso de las de la Transición española, y en general los Derechos Humanos basándose en reflexiones propias y en el conocimiento directo de más de un centenar de países. Sus libros y artículos, publicados desde los años setenta hasta la fecha, fueron conocidos -aunque poco difundidos al no gozar de respaldo social, político ni mediático alguno- por sectores de la comunicación y la cultura, véanse entrevistas en La Linterna de la Cope, Libertad Digital y prensa. El valor literario, que es lo que hace que un escritor lo sea independientemente del temático, debe juzgarlo el lector al leer sus obras.
Conviene aclarar estos puntos porque no es cierto que apenas nadie haya escrito en España con conocimiento de causa, durante esas décadas sobre el totalitarismo chino ni haya analizado el fenómeno del prestigio del comunismo y las clientelas de las utopías parásitas. Asimismo analizó la autora, junto con la falsedad del chantaje dual derechas/izquierdas, progresistas/reaccionarios, etc., etc., la virulencia refleja de los conversos a un tipo de anticomunismo fervoroso que no ve sino campo enemigo en cualquier manifestación de solidaridad, desinterés y altruismo y reacciona con la agresividad del que teme al pedigüeño cuando se trata del apoyo a servicios públicos.
La autora, además de material proveniente de la Revolución Cultural China, utilizó para su tesis doctoral sobre el lenguaje totalitario las obras de George Orwell. Aprovecha la ocasión para expresar su admiración profunda tanto por el escritor y la persona como por la totalidad de su obra, que refleja en conjunto, a través de sus vivencias entre mineros y vagabundos ingleses, en la participación en la Guerra Civil española, en la que casi perdió la vida, y en su capacidad de autocrítica y su lucidez, una grandeza de espíritu y una generosidad y compasión que son extraordinariamente raras.
Caballo volador. Procede de una tumba en Wu-Wei. Es de finales de la dinastía Han (206 a.C – 220 d.C). Se trata de una figurita de bronce, de 34,3 x 34 cm. Una de las patas del caballo se apoya sobre una golondrina, que vuelve la cabeza sorprendida. Siempre ha representado para M. Rosúa la libertad.
Ingredientes de esta página y de su titular
Ser escritor desde siempre (la autora nunca ha precisado, para serlo, de colocar la a de género).
Libertad, durante toda la vida, pero pagando cada vez su precio.
El choque con el universo totalitario; su inacabable archipiélago.
La belleza, implacable, del mundo, y, pese a todo, la de la vida.
Libros y artículos de narrativa y ensayo. La escritora, que define su obra ante todo como literaria, ha vivido en varios países y recorrido aproximadamente un centenar, casi siempre sola. Sus temas van de los viajes a la política, de la lengua al totalitarismo (tanto el que ella vivió en el régimen maoísta como sus remedos europeos), de la educación, especialmente la española, a las reflexiones sobre el rentable clientelismo de la utopía, de la manipulación lingüística a la de cultura y enseñanza. Es el viaje circular, siempre tan abundante de viajeros. Y tan solitario.
CURRÍCULUM VITAE
Es escritora desde siempre y desde el comienzo de su memoria.
Trabajó en España, Francia, Túnez, Bélgica, la República Popular China y Gran Bretaña.
Ha viajado, casi siempre sola, por más de un centenar de países.
Libros publicados: El Viaje, La Generación del Gran Recuerdo, El Sol, El archipiélago Orwell, Diario de China, Las Clientelas de la Utopía, Nombres Árabes y De la Transición a la Indefensión. Y Viceversa (2016), Diario de a bordo (2018), Transiberianas. Tal vez Transeurasia.(2022)
Y «on line» La Balsa (sobre Cuba).
Es autora de artículos y reportajes sobre viajes, sociopolítica y educación.
Publicó ponencias y artículos extensos, en Foro de Educación, de Salamanca, números 10, 11 y 12: De la persona a la tribu, ¡A mí la Ilustración!, El rapto de Europa.
Ha traducido del inglés y hecho las ediciones de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, La Guerra de los Mundos, de H. G. Wells y Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary W. Shelley.
Es Doctora en Filosofía y Letras (Románicas), con tesis sobre el lenguaje totalitario. Catedrática de Lengua y Literatura Española, Licenciada en Ciencias Políticas y Sociales y diplomada en inglés y en francés. Posee varios certificados, de psicología, árabe, lengua jeroglífica y cultura en el Antiguo Egipto y también de temas varios de cursos del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid.
EL OTRO CURRÍCULUMN. Ni víctima ni oprimida: Seguro desastre.
Qué tremendo fallo no haberse considerado víctima de nada, ni de nadie; haber creído sólo en la experiencia directa y en saber pagar por sí misma el precio en riesgo, tiempo, penurias, inseguridad, soledad de los conocimientos alcanzados y, una vez percibidos nunca olvidados. Qué error carecer de parachoques y filtros amortiguadores entre sí y la realidad, percibirla de forma directa, en plena piel, sin grupo, tribu, compañeros. Que segura garantía de fracaso no haber jamás pertenecido a la gran falsedad dual acogedora Buenos/Malos, pezón inagotable de filiación, apoyos, difusión, promociones. Gran desdicha haber rechazado siempre, por puro instinto de libertad y de palmaria evidencia, la creencia en la realidad de iglesias, Izquierdas y Derechas, fuera de las cuales no había salvación y que jamás existieron, excepto como metáfora literaria y referencia en sociología e historia a efectos de comentario de hechos y sectores concretos, excepto por la simplicidad, comodidad y rentabilidad de su uso.
Hubiera sido hermoso disfrutar de una plaza en el amplio sofá de los salvajemente oprimidos por la dictatura franquista, pero la no-víctima tampoco gozó de esto. Vivió ganándose la vida, y con el firme convencimiento de que nadie tenía por qué pagársela. Estudió con becas, como quiso y lo que quiso. Leyó, escribió y viajó sin tremendas persecuciones. El balance es de números rojos cuando no hay ni una mala represión opresora que echarse al currículum. Suyos fueron mundo y pasaporte, siempre y cuando se pagara el peaje de voluntad, incertidumbre y esfuerzo. A cambio, una cosecha parca: El inigualable, e insobornable, sentimiento de realidad y el conocimiento que solamente otorga la percepción directa. A su lado, y por su hondura, resultan lejanos, ajenos, de escasa e impostada relevancia los avatares, siempre con las dos iglesias como referente social y nutricio, de las tribus intelectuales. Había, y hay, en ellas una reivindicación incomprensible de referencia, como adepto fiel o converso, a una de las dos parroquias. Esto se acompañaba, y acompaña en ellos, de la necesidad compulsiva de martilleo verbal, soy de derechas, de izquierdas, cierto terror vacui a la desnudez identitaria y social. La profesión de fe suele saltar con red, carecer de vivencias radicales, apuestas decisivas, riesgo y, sobre todo, del sabor del vacío que se abre como una puerta sin retorno ante la desnuda realidad.
Unos repiten el vocablo Izquierdas porque ha sido el indispensable salvoconducto parásito y no hay bufandas bastantes para estar fuera del club. Pero en el caso de otros de clara exigencia moral es difícil creer que gente de capacidad intelectual y espíritu crítico se confinase, pasada la adolescencia, voluntariamente en las fronteras mentales de su iglesia dual pudiendo obtener fuera de ella con mínimo esfuerzo alimentos objetivos más sólidos. Todos ellos hubieran podido, sí quisieran y buscaran en realidad conocimiento, desde muy temprana edad visitar y comprobar los resultados de la iglesia Izquierdas y los estragos producidos por el empeño en mantener la cárcel verbal, en la que ellos mismos colaboran remachando sin descanso la palabra Derechas como si temieran alejarse de la boya salvavidas. Fuerza es reconocer que hay un tribalismo interno más fuerte que el nacionalista, probablemente por un principio de necesidad muy superior al dinero, aupado y abrigado el intelectual del gremio por numerosos coros afines, en círculos que van de la familia a colegas, socios y seguidores, en torno a un podio en el cual él se alza prisionero de su propia imagen. A los fieles de la iglesia Izquierdas, la glamourosa, nunca les faltan parroquias ni púlpitos, ni a pelo ni a pluma:. La Derecha necesita salpimentar su discurso con la conveniente, y siempre acomodaticia inclusión en el club de algún fiel de la grey contraria, el cual se declarará hombre de izquierdas, previo pago de su importe, y tendrá en los sofás de ambos cleros asiento, e ingresos, asegurados. Así, con insistencia semejante a la del adversario, pero con menos glamour que Izquierdas y un aire defensivo, los miembros de la iglesia opuesta repiten el término Derechas, reafirmando así la falsedad dual, eludiendo individuos, lugares y hechos concretos e ignorando actitudes, aspiraciones, sistemas e ideales solidarios, Las conversiones a la iglesia dual opuesta adolecen de falta de credibilidad por carencia del riesgo asumido, del reconocimiento y vivencia personales de la desdicha ajena, de cicatrices en la propia piel por la visión, la indignación y el espanto de las heridas de otros indefensos. La revelación intelectual del converso es demasiado tardía, paulina e inocua para resultar creíble. Pudo haberse caído del caballo mucho antes.
Es de buen tono en una de las parroquias afirmar la maldad congénita del hombre, lo que no puede menos de sumir en la perplejidad a la observadora externa que, en su deambular, ha dependido tantas veces de la buena voluntad, la ayuda, la generosidad de gentes desconocidas, en situaciones de inevitable inferioridad para la viajera, ante riesgos de los que no podían defenderla ni la influencia social ni el poder ni los contactos ni el dinero y respecto a las que estaba en manifiesta desventaja en fuerza física. Hay otros mundos pero están en éste, Paul Éluard dixit, y se sitúan fuera de la probeta confortable, segura, feliz. Esos mundos nada garantizan. Exigen casi todo y ni siquiera permiten esperar al que los recorre que su voraz consumo de la propia y pequeña vida haya justificado la existencia. Queda el núcleo, de una dulzura extraña, de no haberse jamás pagado paraísos con la piel de otros.
Para escapar de los confortable barrotes de la cárcel dual no hay que hacerse eremita ambulante ni indiana jones venido a menos. Basta con rechazar la colaboración con los gestores de la cárcel verbal, negarse a repetir ninguno de sus mantras Buenos/Malos, moverse sin red ni aplausos, mirar por encima del horizonte irremediablemente provinciano, renunciar a la consigna automática y simplemente exponerse a la visión concreta de los hechos en tiempos lugares e individuos cada vez que se procede a la clasificación ética, social y política.
Mal, muy mal negocio no ser víctima, trabajar sin la tibia trinchera de partido, correligionarios, amigos del alma y sólido apoyo del cónyuge, haber recorrido, con o sin precariedad, mochila y sola, propios y contados recursos en mano, más de un centenar de países. Verlos, pensarlos , sentirlos, escribirlos, saberlos propia sustancia. Y, mientras los habitantes de la probeta, como los ricos, se. cansan pronto de sus juguetes, saber que lo vivido sin amortiguador alguno es, está y ha valido la pena.
Rosúa.