España vista desde el exterior

ESPAÑA VISTA DESDE EL EXTERIOR

1995 Parece que fue ayer. Desde luego, cuando se quiere ver, Casandra lo tiene fácil.

M. Rosúa

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  El Gobierno actual español ha  gozado durante muchos años de un  envidiable trato por parte de la  prensa extranjera. De ello es ejemplo  significativo el espacio –breve-  dedicado a España en The  Economist-The World in 1995  (diciembre del 94). The Economist disfruta de especial y merecida consideración por la solidez informativa y la pertinencia de sus análisis sobre la situación económica y política mundial y sirve de referencia al mundo de habla inglesa y a cuantos se interesan por los problemas de nuestro planeta.

   Es por ello curioso que el número extraordinario sobre las perspectivas del 95 presentara al actual Gobierno y a su presidente de una forma favorable en un artículo titulado “El honor del señor González” y firmado por el señor Cebrián. Que una revista extranjera conocida por el rigor de su análisis encargue las líneas de resumen del panorama español a alguien tradicionalmente afín y adicto al presidente del Gobierno da la medida de la habilidad de éste en crear y mantener una imagen cara al exterior disociada de la realidad interna y obliga a reflexionar sobre los motivos que han permitido mantener y alimentar el espejismo. Para el 95, en The Economist se auguraba la permanencia, pese a las dificultades, del señor González en el poder; en el artículo su figura aparecía como cansada, acosada y digna, víctima quizá de la usura del tiempo y de la corrupción de sus colaboradores, pero en ningún caso responsable o implicada en daños fundamentales para el país. Un artículo que el propio interesado hubiera suscrito con gusto.

   Sorprendentemente, el contenido sobre España del Economist del 14 de enero del 95, en artículo esta vez elaborado por la redacción de la revista, varía sustancialmente: La situación del presidente español empeora y se encona; es el principio del fin, y, lo que es más grave, esto marca un proceso de creciente desconfianza de los españoles en sus instituciones democráticas y debilita la solvencia internacional de España. Es una rareza tal cambio de opinión en tan pocos días en previsiones a un año vista. En el espejismo español han concurrido varios factores: Tras el franquismo, el PSOE saltó bruscamente al primer plano de la opinión con una campaña publicitaria extensa, eficaz y arrolladora, cuyos elevados costes hubieron de correr forzosamente a cargo, en el exterior, de otros partidos y grupos. La fabricación de imagen y de líder hizo sombra hasta al marketing de la figura de Julio Iglesias. Se creó, a la medida, lo que gustaba a una mayoría de españoles y se hizo en la certidumbre de una inversión rentable. Lo fue si se observan las facilidades dadas a la especulación foránea sin contrapartidas de creación de riqueza para el país y, sobre todo, si se considera el apresuramiento en firmar acuerdos con la CEE sin la indispensable y larga negociación que hubiera permitido mejores condiciones económicas. Por otra parte, España vivía sus epígonos de reserva folklórica y país romántico algo tercermundista; su joven régimen disfrutaba de una predisposición benevolente en el exterior. A esta inercia se sumaron en la opinión europea los restos del complejo “derechas-izquierdas”, que el PSOE manipuló en interior y exterior con tanta insistencia como impropiedad y falta de escrúpulos.

León cumplidor

León cumplidor

De repente el mundo parece que va a descubrir la profundidad del endeudamiento español, la insostenible carga en que en estos últimos lustros se han transformado el Estado y sus imposibles 17 autonomías, el desguace de las instituciones y el arañado fondo de la marmita de las reservas. Ningún dato, sin embargo, es nuevo: hace años que los gráficos muestran a la peseta como la menos fiable de las monedad del Sistema Monetario Europeo, los escándalos y corrupciones no comenzaron ayer, las incongruencias entre fastos y realidades tampoco. En un cambio de Gobierno democrático los inquilinos se mudan sin que el edificio apenas se altere. En un cambio de régimen parte o todo el edificio se desmorona de forma súbita. España va a mostrar al exterior qué es lo que realmente ha tenido durante estos años.

   (El artículo se publicó en el periódico Ya el 23 de enero de 1995. Inútil añadir que, ya por entonces, las murallas de las taifas mandarinales defensoras del Partido Socialista, en las que se había ido convirtiendo gran parte de los medios de comunicación, no dejaban pasar -o lo hacían como excepción que confirmaba la regla- voces disidentes.

   De justicia es reconocer que el diario Ya, confesamente católico, se mostró con la autora de estas líneas mucho más liberal, tolerante y democrático que los supuestos defensores de nómina de tales virtudes. No pusieron ninguna condición ni censuraron palabra alguna a alguien laico y de izquierdas. Por supuesto, Ya acabó por desaparecer. Vaya, desde aquí, la gratitud, por su nobleza, de quien esto escribe.)