EL OTRO CURRÍCULUM. Ni víctima ni oprimida: Seguro desastre.
Qué tremendo fallo no haberse considerado víctima de nada, ni de nadie; haber creído sólo en la experiencia directa y en saber pagar por sí misma el precio en riesgo, tiempo, penurias, inseguridad, soledad de los conocimientos alcanzados y, una vez percibidos nunca olvidados. Qué error carecer de parachoques y filtros amortiguadores entre sí y la realidad, percibirla de forma directa, en plena piel, sin grupo, tribu, compañeros. Que segura garantía de fracaso no haber jamás pertenecido a la gran falsedad dual acogedora Buenos/Malos, pezón inagotable de filiación, apoyos, difusión, promociones. Gran desdicha haber rechazado siempre, por puro instinto de libertad y de palmaria evidencia, la creencia en la realidad de iglesias, Izquierdas y Derechas, fuera de las cuales no había salvación y que jamás existieron, excepto como metáfora literaria y referencia en sociología e historia a efectos de comentario de hechos y sectores concretos, excepto por la simplicidad, comodidad y rentabilidad de su uso.
Hubiera sido hermoso disfrutar de una plaza en el amplio sofá de los salvajemente oprimidos por la dictatura franquista, pero la no-víctima tampoco gozó de esto. Vivió ganándose la vida, y con el firme convencimiento de que nadie tenía por qué pagársela. Estudió con becas, como quiso y lo que quiso. Leyó, escribió y viajó sin tremendas persecuciones. El balance es de números rojos cuando no hay ni una mala represión opresora que echarse al currículum. Suyos fueron mundo y pasaporte, siempre y cuando se pagara el peaje de voluntad, incertidumbre y esfuerzo. A cambio, una cosecha parca: El inigualable, e insobornable, sentimiento de realidad y el conocimiento que solamente otorga la percepción directa. A su lado, y por su hondura, resultan lejanos, ajenos, de escasa e impostada relevancia los avatares, siempre con las dos iglesias como referente social y nutricio, de las tribus intelectuales. Había, y hay, en ellas una reivindicación incomprensible de referencia, como adepto fiel o converso, a una de las dos parroquias. Esto se acompañaba, y acompaña en ellos, de la necesidad compulsiva de martilleo verbal, soy de derechas, de izquierdas, cierto terror vacui a la desnudez identitaria y social. La profesión de fe suele saltar con red, carecer de vivencias radicales, apuestas decisivas, riesgo y, sobre todo, del sabor del vacío que se abre como una puerta sin retorno ante la desnuda realidad.
Unos repiten el vocablo Izquierdas porque ha sido el indispensable salvoconducto parásito y no hay bufandas bastantes para estar fuera del club. Pero en el caso de otros de clara exigencia moral es difícil creer que gente de capacidad intelectual y espíritu crítico se confinase, pasada la adolescencia, voluntariamente en las fronteras mentales de su iglesia dual pudiendo obtener fuera de ella con mínimo esfuerzo alimentos objetivos más sólidos. Todos ellos hubieran podido, sí quisieran y buscaran en realidad conocimiento, desde muy temprana edad visitar y comprobar los resultados de la iglesia Izquierdas y los estragos producidos por el empeño en mantener la cárcel verbal, en la que ellos mismos colaboran remachando sin descanso la palabra Derechas como si temieran alejarse de la boya salvavidas. Fuerza es reconocer que hay un tribalismo interno más fuerte que el nacionalista, probablemente por un principio de necesidad muy superior al dinero, aupado y abrigado el intelectual del gremio por numerosos coros afines, en círculos que van de la familia a colegas, socios y seguidores, en torno a un podio en el cual él se alza prisionero de su propia imagen. A los fieles de la iglesia Izquierdas, la glamourosa, nunca les faltan parroquias ni púlpitos, ni a pelo ni a pluma:. La Derecha necesita salpimentar su discurso con la conveniente, y siempre acomodaticia inclusión en el club de algún fiel de la grey contraria, el cual se declarará hombre de izquierdas, previo pago de su importe, y tendrá en los sofás de ambos cleros asiento, e ingresos, asegurados. Así, con insistencia semejante a la del adversario, pero con menos glamour que Izquierdas y un aire defensivo, los miembros de la iglesia opuesta repiten el término Derechas, reafirmando así la falsedad dual, eludiendo individuos, lugares y hechos concretos e ignorando actitudes, aspiraciones, sistemas e ideales solidarios, Las conversiones a la iglesia dual opuesta adolecen de falta de credibilidad por carencia del riesgo asumido, del reconocimiento y vivencia personales de la desdicha ajena, de cicatrices en la propia piel por la visión, la indignación y el espanto de las heridas de otros indefensos. La revelación intelectual del converso es demasiado tardía, paulina e inocua para resultar creíble. Pudo haberse caído del caballo mucho antes.
Es de buen tono en una de las parroquias afirmar la maldad congénita del hombre, lo que no puede menos de sumir en la perplejidad a la observadora externa que, en su deambular, ha dependido tantas veces de la buena voluntad, la ayuda, la generosidad de gentes desconocidas, en situaciones de inevitable inferioridad para la viajera, ante riesgos de los que no podían defenderla ni la influencia social ni el poder ni los contactos ni el dinero y respecto a las que estaba en manifiesta desventaja en fuerza física. Hay otros mundos pero están en éste, Paul Éluard dixit, y se sitúan fuera de la probeta confortable, segura, feliz. Esos mundos nada garantizan. Exigen casi todo y ni siquiera permiten esperar al que los recorre que su voraz consumo de la propia y pequeña vida haya justificado la existencia. Queda el núcleo, de una dulzura extraña, de no haberse jamás pagado paraísos con la piel de otros.
Para escapar de los confortable barrotes de la cárcel dual no hay que hacerse eremita ambulante ni indiana jones venido a menos. Basta con rechazar la colaboración con los gestores de la cárcel verbal, negarse a repetir ninguno de sus mantras Buenos/Malos, moverse sin red ni aplausos, mirar por encima del horizonte irremediablemente provinciano, renunciar a la consigna automática y simplemente exponerse a la visión concreta de los hechos en tiempos lugares e individuos cada vez que se procede a la clasificación ética, social y política.
Mal, muy mal negocio no ser víctima, trabajar sin la tibia trinchera de partido, correligionarios, amigos del alma y sólido apoyo del cónyuge, haber recorrido, con o sin precariedad, mochila y sola, propios y contados recursos en mano, más de un centenar de países. Verlos, pensarlos , sentirlos, escribirlos, saberlos propia sustancia. Y, mientras los habitantes de la probeta, como los ricos, se. cansan pronto de sus juguetes, saber que lo vivido sin amortiguador alguno es, está y ha valido la pena.