LA HUIDA EN EGIPTO
Discurso de Obama en El Cairo. 2009
M. Rosúa
Es la hora de Europa, por la cuenta que la tiene, porque, de no defender ella la sociedad de i individuos libres con iguales derechos, ya no va a tener a Estados Unidos que la respalde. Éste se vuelve claramente hacia sus intereses directos a corto plazo y al Pacífico. Va a pactar con jeques de tribus y sacrificar– ahora sí y no en Irak- derechos y libertades individuales, laicismo real (que no sectas con ambición de iglesia civil totalitaria)), disidentes de las tiranías islámicas, mujeres obligadas al bozal del velo, débiles y oprimidos, en el altar de tiranías, etnias, clanes y ayatollahs. A cambio de petróleo y laisser faire.
No había inocencia en los errores históricos y de bulto del discurso de Obama en Egipto. Simplemente absoluto desinterés por la veracidad en pro de la estrategia. Para lo que interesaba, servía una recopilación apresurada de notas de Google seleccionada en función del halago al auditorio.
Ya no hay primo protector –cómodo financiador en dinero y hombres- americano para un Viejo Continente sin aspiraciones, tradición, valores ni historia, acostumbrado a no correr riesgo alguno y a los ideales subvencionados. Los socios naturales de Obama son ahora quienes tienen el poder en feudos tribales al sur del Mediterráneo, cuyos favores va a comprar con subvenciones a sus representantes y correas de transmisión teocráticos, para mayor escarnio de los ilustrados laicos y modernos de los países árabes. La rebatiña de caciques locales, revolucionarios de nómina y oligarquías mediáticas europeas apenas interesa. Todo, en una y otra orilla, menos individuos libres, inteligentes, cultos y ciudadanos de Estados igualitarios en derechos. De ahí la utilidad de los zapateros incondicionales, que actúan orquestadamente como diminutos clones del mesías planetario.
En el discurso de Obama en Egipto no existen los individuos responsables y libres abiertos a la mejora, la movilidad y el cambio. No están millones de personas de muy diversa condición que, desde luego, ni son todos árabes ni musulmanes aunque se los clasifique por error, facilidad y oportunismo bajo tal título. Él se dirige a los islámicos, y, al hacerlo y al elegir para ello una historia falseada, un pasado ficticio y un presente parcial, abandona a los que en esos países han luchado por democracias plurales, representativas y desligadas de teocracias, a cuantos aspiran a vidas mejores, a millones de mujeres adultas y niñas que rechazan la cárcel del velo, a los movimientos modernizadores que en esos mismos países han procurado erradicar su uso porque sabían muy bien que el velo no es un pequeño detalle sino una flagrante muestra del apartheid femenino al que nadie combate, de la bofetada que espera en casa –ahora con el aval de la ley estadounidense- a la que se atreva a quitárselo. Vae victis a vosotros, de Sudán, Pakistán, Arabia, Egipto, a los que os han quitado hasta la ilusión de tener un defensor con un ideal de libertad y de derechos de la persona. Ya no se juzgan los actos sino la oportunidad, no hay asesinatos ni terroristas, ni tiranos ni verdugos. Hay grey, grupo, imagen, proyecto de liberación de presupuestos para inversiones rentables. Obama es, en sí, un curioso ejemplo de eclipse de los rasgos y méritos personales en pro de origen étnico, color de la piel y encanto televisivo; hay en él la impecable fabricación mediática de un prototipo en el que pueden concentrarse simpatías de identificación y etiología emocionales.
A Europa le queda un largo horizonte de amenazas y chantajes por parte de los gestores del despotismo que, en el espacio abusivamente conocido como islam, no ha producido ni una sola forma social y política de libertad y cuyo aporte al mundo moderno consiste en la generalización del terrorismo suicida. Pero también le queda, en su abandono a sí misma, la posibilidad de recuperar lo que la hizo única, universal y valiosa.
Rosúa. Junio de 2009