NO A LAS DICTADURAS

 NO A LAS DICTADURAS

2009-M. Rosúa

¡Ya está bien!

¡Ya está bien!

Esto se refiere a las instaladas, con frecuencia además a cargo del presupuesto, en España. Cada vez es mayor el hastío, indignación e impotencia de los muchos que sufren la dictadura de quienes, en la mayor impunidad, se creen en el derecho de atropellar a los demás, que no atropellan ni a ellos ni a nadie. Vayamos de la anécdota a la categoría: En el piso de arriba se tiene la desgracia de que habite alguien explícitamente convencido de que calificarse como actor le da el derecho a actuar como si nadie más en el edificio viviese, machacar con sus ruidos de todo tipo y a toda hora e insultar a quien sabe que no tiene al lado al primo de zumosol. Este prepotente de nómina y demócrata de clase VIP se permitió en públicas declaraciones identificarse con alguien tan valiente y noble como Cyrano de Bergerac, y declararse afín a una calidad humana y bondad del personaje de Rostand que difícilmente pueden ser más ajenas al miserable prototipo de dictadores que, so pretexto de popularidad, sufrimos. Y como estos aspirantes a caciques del régimen político-mediático hay multitud. Afiliados o no a millonarias asociaciones artístico-victimistas, convencidos de gozar de la impunidad intocable de los bufones de Alcalde y Gobierno, agarrados al pezón de ayudas, nutridos con impuestos, prebendas, asignaciones y desprecio por el común de los mortales.

Ejemplos de nuestras dictaduras miles. Ahí estaban, la noche del 4 de julio, en el centro de Madrid, los proletarios del Ayuntamiento y del cuerpo de agentes de tráfico intentando limpiar un mar de basura y orina, los desgraciados vecinos obligados a chapotear en la podredumbre y los decibelios, los transeúntes imposibilitados de tomar transporte público. Nada se hace cargando los costes en quien organiza la actividad cuyo olor y rastro son explícitos como tarjetas de visita. Todo corre a cargo del trabajador, del indefenso ciudadano encarcelado en la dictadura. Se está acumulando sordamente la peligrosa indignación próxima al punto crítico, la repugnancia de quienes se saben y sienten indefensos y amordazados, buenos sólo para alimentar gratis a esas numerosas y lamentables parodias de la libertad, del grande y valeroso Cyrano, que son antagónicas de quien vive de -y posee- valor y mérito; y, por supuesto. también antagónicas de la democracia auténtica basada en el respeto, de la que el sistema de dictaduras español es una triste caricatura.

Mucho se habla, y sin duda con razón, del expolio social con el que se están enriqueciendo sin medida asociaciones subvencionadas sólo rentables como vivero de votantes incondicionales. No es el único. La red de prepotencias, agresiones, expolios y parasitismo agresivo es infinitamente más amplia.

No lo veremos desde dentro

No lo veremos desde dentro

No, también, a esa dictadura.

Rosúa