PENSAR
2008-M. Rosúa
Nada hay más determinante en las sociedades que la materia humana que las conforma, y ésta es la suma de los actos de individuos dotados de albedrío y de un caudal heredado, adquirido y variable de conocimientos, hábitos, cambios, opciones y pensamiento. El factor humano se impone y sobrepone a entorno y circunstancias, supera adversidades y catástrofes o retrocede hacia los fondos más sombríos del fanatismo y la tribu, hace de países cubiertos de bosques, volcanes o hielo comunidades prósperas y sume en la pobreza y la regresión a otros que optaron por la demagogia, la irracionalidad, la corrupción y el estancamiento, destruye con medios artesanales el corazón de una ciudad y construye las bases de estados que permiten la libertad y generan progreso. Con el ya para siempre inolvidable telón de fondo de una negrura, un dolor y unas ruinas que marcan, desde el 11 de septiembre de 2001, el cambio de época, cabe preguntarse de qué bagaje se ha provisto a la generación española que entra, con ella, en su comienzo.
Por intereses que en nada eran los de favorecer el pensamiento, el conocimiento y la reflexión, se la ha privado de la herencia debida, de los milenios que forman ese tejido, tan fácil de destruir como trabajoso de elaborar, que compone la civilización en la que ha nacido inmersa y de cuyas ventajas disfruta, y se la ha sometido a un tratamiento de puerilidad desfasada, irresponsabilidad e ignorancia. Acostumbrada al pase automático y el aprobado inmerecido obtenido por presiones de padres e inspección, hecha al todo por nada, a la barra libre de derechos sin el compromiso de su defensa ni la contrapartida de deber alguno, ¿qué noción puede tener del precio del entorno en el que vive.? Lo ocurrido con la Educación en España es de una evidencia tan ilustrativa, generalizada y asumida como irremediable que ello impide incluso su percepción y su denuncia. ¿Qué se ha dado a los adolescentes en estos años de degradación logse.? Para técnicas, destrezas y habilidades cualquier máquina basta, pero para un discurso de Pericles, para el canon griego, la transparencia de Velázquez, las preocupaciones de la Ilustración hace falta ser humano. ¿Qué valores se potenciaron realmente al decapitar la Enseñanza Media de materias, años y docentes de cursos superiores sino la envidia, la codicia del reparto de puestos, niveles y cargos inmerecidos y la anteposición de los propios intereses, los de los amigos y los de la clientela social y política al mérito, los conocimientos, la verdad y la evidencia.? ¿En qué libro de Historia se enseñó que la floración del integrismo islámico es fenómeno reciente, que ha crecido como una hierba negra sobre el abandono por parte de Occidente, que jugaba al multiculturalismo confortable y primaba los petrodólares a la ética, de las capas de intelectuales-entre las que se contaban unos palestinos transformados por la fuerza del éxodo en los sectores árabes más liberales-y de incipientes clases medias que, en el Tercer Mundo, en Oriente, en países que nacían a la independencia y al siglo XX, se esforzaban en modernizarse, unirse a civilización de la separación de poderes, el Estado laico, los derechos humanos, la igualdad de la mujer y la democracia, y que preferían asumir la responsabilidad propia en sus carencias a sumirse en la violencia y el victimismo vengativo.? ¿En qué mapas se advertirá la falta de un perfil familiar urbano que pertenecía ya, junto al de París, Madrid o Atenas, al común paisaje interior.?
En lugar de datos, deducciones, conocimientos en suma, que sólo pueden ser adquiridos en espacios de tiempo razonablemente extensos, han llovido, y llueven sobre esos niños que ya no lo son y que nunca han debido ser tratados como tales consignas predigeridas de la educación en valores mientras se ha tirado al sumidero el auténtico alimento intelectual de base, el aprendizaje de cuanto ha formado durante largos siglos el tesoro que llamamos Estado de Derecho, Renacimiento, patrimonio cultural. Era más fácil abolir el concepto de precio y el de esfuerzo, tolerar la coacción y la violencia, promocionar la cobardía ante el matón de aula, el comisario político y sindical, las supuestas demandas sociales que sirven de excusa al más burdo populismo. Es menos conflictivo imponer como norma el rasero mediocre, practicar, por activa o por colaboración silenciosa, la pequeña vileza, la estupidez rampante, la injusticia cotidiana, arrancar a la situación para sí y los amigos unas briznas de provecho y de estabilidad en la plaza, asegurarse-a cualquier precio-los alumnos mermados por el descenso demográfico y sobre todo por la fuga hacia la enseñanza privada originada por la logse. Es más sencillo perpetuar la miseria intelectual duplicando, como ha hecho el Gobierno español actual y, en particular, el de la Comunidad de Madrid, clientelas reforzando las patrullas del comisariado pedagógico, repartiendo con el partido del Gobierno anterior las variantes de carnets del Movimiento que serán los certificados otorgados por centros supuestamente imprescindibles de formación de profesores, cuando es obvio que el descenso en picado de conocimientos se debe a la amputación y saqueo de la Enseñanza Media y a la laminación de los que antes podían ejercer su labor en condiciones de respeto, libertad y especialización y en un marco de suficiente amplitud horaria. Es de esta carrera por la ocupación de parcelas muestra patética, valga como ejemplo, el editorial del boletín del Colegio de Doctores y Licenciados (Madrid. Sep. 2001), que, bajo el título Pedagogos, se lanza a un desgarrador planto por la debilitación y fragmentación de los Colegios Profesionales y a una no menos ardiente loa de los pedagogos que dan forma a todos los demás en cuanto a su actuación como profesores, quienes incorporan los elementos que transforman, por ejemplo, al químico en profesor. Naturalmente el Colegio conoce a la perfección que en la Enseñanza Media, ahora bien llamada Secundaria por lo ínfima, hasta el desastre de los noventa se había venido dando clase con muy aceptables niveles de profesionalidad y calidad, sin el plácet de pedagogo alguno pero sí con el respaldo de largas carreras, arduas oposiciones y periodos de prácticas, y ello porque se hacía en el marco, condiciones y por el personal adecuado para ello. El CDL sabe que la reducción al mínimo común denominador y la globalización e interesada confusión del todos haciendo y dando clase de todo y ocupándose de alumnos de cualquier edad en el aparcamiento en el que se ha transformado la Enseñanza Pública es la desdicha cardinal contra la que él hubiera debido clamar sin ambigüedades ni paliativos; También es notorio que nada tiene que ver la función nefasta de un clero pedagógico supuestamente indispensable con la normal existencia de cursos de reciclaje, ampliación y formación, adaptados a especialidades y niveles, los cuales deberían, por cierto, ser gratuitos. En la portada del Boletín se exhibe un espectacular llamamiento a la ¡Lectura! ¡Lectura! ¡Lectura!, pero en su interior no se menciona el simple y matemático hecho de que, donde en el bachillerato anterior se impartían ocho horas semanales, cuatro de Lengua Española y cuatro de Literatura, hay en el actual tres en total para las dos materias mezcladas; y que esto se sitúa a su vez en el marco de que lo que fue Bachillerato de cuatro años haya quedado reducido a dos. Eso no se arregla con certificados pedagógicos. Tampoco los cursillos milagrosos, ni toda el agua de Lourdes, transforman en buen profesor de matemáticas al de dibujo ni en buen maestro de párvulos al catedrático de filosofía.
Un desconocimiento geográfico que no desmerece del histórico hará difícil para esta generación comprender la especial coyuntura con la que se abre la época. Porque este golpe en pleno rostro de Manhattan puede haber cambiado un eje político norteamericano que se inclinaba hacia el Pacífico en detrimento de Europa. Nunca se ha hallado Estados Unidos más cerca de ésta que ahora, que se le ha visto vulnerable, ni tampoco ha quizás habido nunca una oportunidad tan clara de que sienta Norteamérica a Europa como sustancia de su sustancia; ni siquiera durante la Segunda Guerra Mundial, porque la Casa Blanca gozó siempre del escudo de la distancia. Su proa ha virado hacia los que por civilización, y no sólo por técnica, desarrollo y expectativas de mercado, son sus afines. En el mejor de los casos, es posible que esa proa vire también hacia la contemplación, y reflexión, de lo peor de sí misma, hacia el desdén, la prepotencia y la ignorancia de que ha hecho gala en lugares como Palestina y el Sudeste asiático. Tal vez advierta que las heridas en el amor propio son las más enconadas y difíciles de cicatrizar, que la reiterada humillación no justifica el asesinato pero sí aporta esenciales elementos de juicio para construir mejor los días venideros.
No será fácil orientarse en un mundo cuyas fronteras ya no las marcan las naciones sino los valores a los que se aspira o que se defienden, cuando el terror incluye en sus técnicas el ocultamiento del enemigo, la ausencia de reivindicaciones, la estrategia del aumento del odio y los adversarios como resultado de la lógica pero difusa respuesta a atentados y matanzas. La navegación será especialmente ardua para generaciones que carecen del sentido de identidad ética alguna, que caminan repletos de mensajes sobre un vacío cultural, generaciones a las que cualquier encontronazo serio con la crudeza de la fuerza enfrentará al tremendo problema de la vulnerabilidad a corto plazo de los sistemas democráticos precisamente por un respeto a la vida que sus adversarios desconocen. ¿Tienen idea de lo que hubiera durado Gandhi de manifestarse frente a la Gestapo o la residencia de Saddam Hussein en vez de frente a los británicos.? Puede que el nivel educativo de los jóvenes estadounidenses sea también muy bajo, pero al menos ellos poseen una conciencia cívica y una cohesión de la que sus coetáneos españoles carecen por completo. Adiestrados éstos últimos en el victimismo, en la disolución de la responsabilidad en el entorno y el grupo, corren grave riesgo de sumarse a las variantes del pensamiento débil, a la pereza rencorosa, a la culpabilización de Estados Unidos por el delito de su fuerza y su riqueza; se unirán a la vasta tropa del razonamiento dual multiuso pobres buenos/ricos malos, que es de talla única, carece de fecha de caducidad y no exige el menor esfuerzo de observación y análisis concreto ni implica la responsabilidad de cada individuo en sus actos y la apreciación de la criminalidad de éstos, no en función de las intenciones invocadas, sino por el incuestionable hecho del crimen. Se trata de una inercia de dualidad peligrosa en la que la barbarie se mide, y se excusa o mediatiza, según el grado de pertenencia a un colectivo o la adscripción a una causa. Puede ser, en cualquier momento, el argumento de cualquiera, desde del que hace saltar los ojos de un niño de año y medio con un juguete-bomba hasta de los que utilizan como proyectil para derribar edificios un avión repleto de pasajeros. Naturalmente, a poco que se reflexione, el esquema cuadra mal con el estatus multimillonario de jeques representantes de los oprimidos, pero el público adicto a los tópicos socialmente correctos no suele ser exigente en lo que al gasto neuronal se refiere. Por esta regla, los pobres, además de serlo, deberían resignarse al título de asesinos en potencia; significaría que cuantos llegan desde África a nuestras costas tendrían, lógicamente, de inmediato que dedicarse a degollar a los que se encuentren a su paso para vengar el hambre y el sida. Pueden también los jóvenes hallarse inermes ante otras derivas monstruosas de la tragedia: recortes desproporcionados de los derechos civiles, siembras de racismos de nuevo cuño que clamen por la barbarie del bombardeo indiscriminado y la regresión a la pena de muerte. Estas pseudoexplicaciones globales, abstractas, fatalistas, bajo apariencias justicieras o humanitarias encierran una apetecible renuncia a la reflexión y el albedrío; ellas son las que los jóvenes escuchan, entre preceptivas exclamaciones de horror por la carnicería, a no pocos de sus mayores. Y se adaptan al bagaje infantil y ayuno de pensamiento abstracto que la Enseñanza les ha venido proporcionando, ya que materias, como Filosofía o Ética, que podían haberles ofrecido alimentos de más sustancia han sido eliminadas o relegadas a huecos testimoniales o mínimos.
En pocas ocasiones se habrá precisado tanto una sólida formación, hábitos de independencia intelectual y juicio crítico como en los tiempos que se avecinan. Porque en estados de excepción y climas bélicos la primera víctima son las libertades y los individuos. Nunca fueron, sin embargo, tan necesarios: a ellos corresponde la vigilancia y la denuncia de un terrorismo de Estado que también existe, incluso en actos de sistemas democráticos, y que puede gozar, impulsado por el populismo y la demagogia, de adhesiones mayoritarias.
Las amputaciones y rellenos horarios que han desguazado la enseñanza española ocupan, evidentemente, el espacio de otros saberes, y no sólo el de los acosados o eliminados Latín o Griego, sino los de Matemáticas puras y duras, Geología, Biología o Física, a lo que se añade Religión en el sentido de que, de manera independiente de que la enseñanza sea laica y no confesional, estos adolescentes no tienen ni idea de la Biblia, cuya iconografía, referencias y simbolismo resultan imprescindibles para entender dos mil años de Arte y Literatura europeos. Por supuesto también desconocen las demás religiones. Al menos en otras latitudes algo saben de lo que es componente significativo de su pasado y su presente. Los representantes del talibanismo local, que han impuesto en Educación, con el apoyo oficial y en pro de su jerarquía de asesores de la ignorancia militante, la puerilidad preceptiva y el ostracismo de disidentes, cultivan, como sus colegas del frente teológico (véase como ejemplo el artículo de Alicia Delibes El talibán de matemáticas, publicado el 10-IX-01 en www.docencia.com), el fundamentalismo de la Reforma y el desdén por la Enseñanza propia de los otros, los anteriores, los viejos. En las prioritarias horas de Informática, que han desplazado a las de asignaturas fundamentales con la alegre inconsciencia de la moda al uso, los jóvenes se inician a la realidad virtual y a los placeres de la hipnosis. Se les ha escamoteado, con los años y las horas de estudio amputados, la percepción en anchura, evolución y profundidad, del planeta y se ha reducido su universo a un zurcido de distracciones, localismos, horizontes provincianos y temas monográficos esparcidos entre espacios perdidos que, a falta de voluntad de estudio, escuelas de formación profesional y alternativas laborales, responden a los sonoros apelativos de ámbito, garantía social, SCR, y a una miríada de optativas inútiles y pomposos ejercicios espirituales en formas de tutoría colectiva.
Valga, como reciente ejemplo de la sustitución de los centros educativos por aparcamientos, la oferta de confinamiento de los alumnos en los colegios también durante veranos, tardes y fines de semana. La idea se apoya sin duda en el ambicioso populismo de los dirigentes gubernamentales y del consejero áulico, que necesita, por razones propias, del estruendo protector de anuncios espectaculares, y en el no menos ambicioso clientelismo de sindicatos y representantes de monitores, pero desde luego merecería una venganza por parte de los chavales del estilo de la magnífica película ¿Quién puede matar a un niño?, de Ibáñez Serrador. Sería además de justicia que la medida provocara inmensas manifestaciones infantiles, abandono definitivo del-por llamarle algo-hogar paterno y condena a arresto permanente de progenitores, Presidente y asesores de la Comunidad de Madrid en sus respectivas oficinas. Dentro de esta línea de actuación, ¿creía alguien que el aumento del calendario lectivo, el recorte de esas vacaciones que son para los docentes vitales y constituyen la única compensación de un trabajo cada vez más degradado, tiene algo que ver con la calidad de la Enseñanza, cuando no se trata sino de una muestra contraproducente más del desprecio, la prepotencia y la demagogia del jerarca de turno.? De hecho, el partido en el Gobierno se ha guardado muy bien de cambiar un ápice la logse para no molestar a la clientela del partido anteriormente en el poder que vive de ella. Esto no sólo hace imposible cualquier mejora cualitativa real, sino que empeora la situación puesto que, en contexto tal, los aumentos y repartos presupuestarios equivalen a la distribución de picos y palas para cavar en la mala dirección y que las cuadrillas continúen amueblando sus chalets privados. Ya existían hoteles para perros, y el abandono de ancianos en hospitales. Pero el de niños es nuevo.
Cambia la época, tras el telón de hierros de un paisaje del más cruel de los cubismos. Necesitaban pensamiento; pero en las pesadas mochilas de los estudiantes de instituto se ha introducido como viático fraude, intereses ajenos, inconsistencia y vacío.
M. Rosúa