La Era de la Marmota
El absurdo, elevado a categoría y por ello difícilmente atacable, impregna las expresiones culturales de la vida española con una violencia coercitiva que condena al ostracismo a los escasos disidentes. No de otra forma se explica la inacabable y fiel repetición de los mismos tópicos especialmente visible en el cine subvencionado. Década tras década, con la fidelidad de quien si no ficha no come y con honrosas, valentísimas excepciones, se ha repetido hasta la extenuación el rosario de tópicos presididos por Guerra Civil milicianos buenos (encarnados luego en el bloque progresista del Bien) y adversarios franquistas malísimos (encarnados en Iglesia, Guardia Civil y un ente tipo Godzilla llamado Represión Sexual tan fantástico como el monstruo japonés). El Catecismo Cultural es de piñón fijo, a saber: Como la sesión es continua y hay que actualizarla un poco, el flamenco guitarrero, el número de la Benemérita y el adúltero de calzoncillo de segundas rebajas alternarán con la monja lesbiana, el empresario malvado, el cacique moda retro y el militar fosilizado en su uniforme. El comienzo de la película incluirá, a ser posible en los diez primeros minutos, expresiones sobre la urgente necesidad de coito. Se pronunciará un taco cada tres palabras. Aparecerán, ridiculizados, elementos y símbolos cristianos (pero serán tratados con cuidado exquisito los islámicos). Se seguirá el mismo criterio con personajes que encarnen a policías y fuerzas del orden y se procurará que muestren inclinación a la homosexualidad y la pederastia. Se ofrecerán, cuadren o no cuadren con el guión, numerosas escenas que variarán entre el sexo explícito, escasamente atractivo por la rudeza ginecológica y el discutible gusto en
posturas y ropa interior, y las alusiones continuas a represiones sufridas y superadas. No escasearán, en todas sus variantes, los mantras caca, culo, pedo, pis, y las festivas referencias a coprofilia, delincuencia común y festivo consumo de drogas. Se evitarán, con atención vigilante, la exhibición, elogio y descripción de Belleza, Bondad, Inteligencia, Altruismo, Valor y Fidelidad. Los protagonistas aparecerán de mal humor, broncos y de trato desagradable precursor de inminentes desdichas, y no ahorrarán actitudes verbales y gestuales ofensivas y violentas. De citarse por alguno de sus símbolos o lugares de fácil reconocimiento, se ridiculizará e injuriará al propio país, si éste fuera España; no así cuando se trate de otras naciones, de tribus primitivas o de autonomías. Es importante que al final de la película los malos venzan, el criminal quede impune, el vampiro procree, el ladrón disfrute burlando a las fuerzas del orden y los maleantes se instalen, sin ser molestados, en un piso hogar de alguna aburrida familia de clase media. Por supuesto, cualquier ocasión será buena para describir la indecible y global perversidad, sin mezcla de bondad alguna, de los franquistas antes, durante y después de la Guerra. No existirán en las tomas ambientadas en los años treinta del pasado siglo civiles asesinados por los milicianos, ni seglares ni religiosos, aunque se contaran por miles. Y, lo más importante, con simples variaciones de attrezzo e intérpretes, esta misma película se proyectará, incansable, e incansablemente subvencionada, durante más de treinta años.
La amplia meseta ibérica parece adquirir rasgos de las praderas del Lejano Oeste. Surgen, multiplicadas por doquier, no una, sino centenares de marmotas que una y otra vez salen de su agujero para predecir la misma borrascosa primavera, alertar con sus chillidos sobre el pasado-presente nefasto, abrir, y cerrar, siempre el mismo paraguas y reclamar a la comunidad la distribución indefinida de vituallas y edredones.