01/17/22

LAS CLIENTELAS SIN UTOPÍA. EL HOMBRE NUEVO ONLINE 2022.

https://www.elrincondecasandra.es/biografia-bibliografia/

LAS CLIENTELAS SIN UTOPÍA

Nadie es más que otro si no hace más que otro (Miguel de Cervantes).

El Hombre Nuevo Online.

Hubo un tiempo en el que los defensores de utopías, que resultaron encomiables o nefastas, comprometieron en su ideal tiempo, energía, vidas y haciendas. El final del siglo XX y lo que se lleva de siglo XXI viene caracterizándose  por la agresiva, peligrosa y ruinosa transformación de los luchadores utópicos en clientelas de confortables y tolerantes sistemas de bienestar. La mutación de la democracia en populismo les ha permitido incrustarse en el medio en formas de redes de parásitos que subsisten mediante la distribución de victimismo gregario y se imponen con el chantaje verbal y moral continuo difundido por la incesante lluvia de mensajes y por el pacto implícito con esferas de acumulación de bienes y de manejo de opinión, muy interesadas éstas en mantener el espectáculo antisistema y los coros y danzas de grupos identitarios y eternos agraviados. Las clientelas se saben rentables, disfrutan de audiencia y mejor vivir en proporción inversa a su rendimiento social y son, lógicamente, enemigas del individuo libre y de mérito, trabajo, capacidad e iniciativa. Necesitan, absolutamente, para nutrirse, parasitar y dominar, la imposición de la igualdad gregaria y la abolición de cualquier asomo de excelencia basada en cualidades objetivas, valía y esfuerzo personales. Se llena así el vacío político-social, creado por la desaparición, implosión, caducidad y forzada evidencia del fracaso de los regímenes totalitarios, de las dualidades Malos/Buenos que servían confortablemente de marchamo del club Progresistas/Reaccionarios, Izquierda/Derecha y demás letras escarlatas repartidas a conveniencia según el grado de acobardamiento y pasividad social.

Para salir corriendo (pobres clásicos). Florencia

Naturalmente esto tiene límites, marcados por la final carencia de recursos para alimentar a sectores cada vez más extensos e improductivos, pero ese final  puede darse a muy largo plazo y lo que se llamó estado de bienestar colapsar sólo en zonas más vulnerables por su propia rendición silenciosa a la invasión de las clientelas de la utopía del gratis total, de la diferenciación y de la queja. Aunque los defensores de la etnia semiacuática de Arroyoflaco o de los practicantes de la sexualidad con vegetales y el derecho a la regresión arbórea planteen las indemnizaciones que crean les corresponden por las eras de represión sufridas, es improbable que, llegado el momento, existan fondos suficientes para satisfacerlos.

 

El virus providencial

En el ataque a la conciencia del valor de la vida, individual y concreta, aquí y ahora, de cada ser humano confluyen en los nada felices años veinte del nuevo milenio enemigos de muy diverso signo y época, potenciado esto por un fenómeno epidémico y, a falta de estudio detenido, externo de globalización del miedo y aprovechamiento de la sumisión que carece de precedentes. Se superpuso a un claro esfuerzo preexistente de hacer desaparecer del centro de la atención y de la Historia al individuo libre, de vida limitada, irreemplazable, concreta, sustituido por una especie de antivitruvio, si pensamos en aquella imagen radial, que lo va desdibujando e impone en su lugar simulacros, nuevos dioses invisibles, abstractos, invulnerables, que prometen perfección a siglos vista, invocan mandamientos planetarios y que, mientras, van reemplazando a la humanidad por ganado, bueno para para el pasto, las marcadas tareas y los balidos que llenen de satisfacción a profetas entretenidos en la fabricación de robots.

Sin recurrir a grandes conjuras ni a cerebros maquiavélicos, de forma consciente o inconsciente (una no excluye la otra) nunca se había difundido con tal impunidad la exigencia de la supeditación de las personas, de cada una de ellas, de sus derechos,  bienestar, opciones, forma de vivir cada día, elecciones de felicidad o desdicha e incluso tiempo de esperanza vital a proyecciones utópicas externas coercitivas, imposiciones del sentir y del pensamiento, alabanzas del servilismo y la delación. Comenzó a hacerse con las ficciones duales a partir de la Lucha de Clases y demás credos de Buenos y Malos y demás sinónimos de una cómoda y eterna guerra Bien/Mal en la que cada humano pertenecía siempre a uno de los dos bloques por imperativo prácticamente zoológico. Se trataba de un  razonamiento de gran facilidad y mínimo esfuerzo intelectuales al que acompañan las consignas automáticas recuperadas por lo que se ha dado en llamar lenguaje políticamente correcto y es inseparable de la ofensiva contra el individuo. Son maneras de tergiversar y eludir el análisis de los actos concretos de individuos concretos con sus rasgos específicos, evolución, variaciones y responsabilidades. El salto cualitativo se dio en el siglo XX con los dos totalitarismos, el nazi y el comunista, que no en vano coinciden en su expansión y poder de dominio con la comunicación de masas. Ahí se afincó la dualidad aplicada pronto en beneficio del último, que ha continuado en su ocupación del espacio cultural y el marchamo de superioridad moral hasta hoy y que, aunque por su duración y efectos haya sido mucho más letal que el nazismo y conviva con la realidad de haber causado muchos más millones de muertos, no ha sido objeto de lógica reprobación.

El punto de inflexión se situó más tarde, cuando la dualidad real se desplazó a Parásitos y No Parásitos, es decir, cuando los que en tiempos corrían riesgos e invertían esfuerzos para materializar utopías pasaron a vivir a costa y en los estados de bienestar que denigraban, ejerciendo un chantaje de supuesta superioridad moral apoyada por todo tipo de plataformas culturales. Entró entonces en escena el aliado más poderoso de la sumisión; El miedo. El tercer gran salto. estado de shock incluido, se ha dado gracias a la inestimable ayuda de la mutación y extensión de un virus de la vieja conocida familia de la gripe con variantes por inesperadas más graves y alarmantes. El Covid permitió casi en horas veinticuatro ver cumplido el sueño de cualquier dictador con aspiraciones a totalitario, incluido cerrar durante meses Parlamentos, aislar en sus casas a poblaciones enteras y prohibirles y reglamentarles la comunicación, sustituyendo ésta, lo que ya es sueño húmedo, por simulacros telemáticos que se hizo creer avance perdurable de la técnica nacidos para quedarse y reemplazar a la libre sociedad.

La congelación social vino precedida de todo un despliegue de promoción mediática de consignas de sospechosa uniformidad, que coinciden en señalar al desdichado ciudadano  afanado en vivir a su manera lo mejor posible su fugaz hoy por hoy, culpable de existir y pretender pensar, hablar, disfrutar, comer, amar y desplazarse como mejor le parezca. Para esta ardua tarea de laminación de todos los individuos libres hay que trocear al enemigo, arrancar sus raíces y destruir sus fuentes de memoria. Por ello resulta particularmente útil la eliminación por franjas de edad, de los de más avanzada, que conviene hacer ver como elementos particularmente infectos, infectados, infecciosos y hacerlos salir a horas marcadas. El estigma ya está logrado, es irremediable confundir persona de riesgo con elemento contagioso. Los mayores resultan particularmente molestos porque son memoria viva, escépticos ante los nuevos profetas, poseedores de un acervo de conocimiento y experiencias que desmiente los fundamentos mismos de la nueva doctrina ajena a la humanidad concreta en sí, enemiga del saber, la tradición, la realidad palpable y el presente y necesitada de presentar a la juventud terreno que repoblar, horizonte de hombre nuevo, planetario y verde con reparto de juguetes deslumbrantes de nueva generación.

-¿Cómo logró usted que toda la gente del país lo siguiera en disposiciones tan tremendas, tan aberrantes?– se preguntó durante los juicios de Nuremberg a uno de los responsables de la  política nazi durante la segunda guerra mundial.

Muy fácil: Con el miedo. Si la gente  tiene miedo puedes hacer con ella lo que quieras.- respondió tranquilamente el oficial alemán interrogado.

Y era y sigue siendo cierto. Ha bastado en el siglo XXI el riesgo, no ya de muerte inmediata a manos de nuevos nazis ni ola de Peste Negra espectacular sin remedio, esperanza de conocimiento del origen ni posibilidad alguna de cura, sino de una variante viral de la de la gripe, un virus que lleva y llevará millones de años cohabitando con otras formas de vida en el planeta, para que se instale, de norte a sur y de este a oeste, un general ambiente de agresividad respecto al prójimo como enemigo potencial, una floración de comisarios vocacionales deseosos de denunciar, al más puro estilo de las dictaduras comunistas, a sus vecinos, y una plaga profundamente negra de sumisión al cacique y de renuncia a la libertad, el juicio crítico y los derechos del individuo.

La advertencia sobre los gravísimos riesgos sociales de enfocar la situación como una nueva peste que, terror generalizado y extendido mediante, convierte a cualquiera potencialmente en sospechoso e indeseable y da todo el poder a gobernantes sin escrúpulos, totalitarios y mafias y hace de sociedades e individuos libres sus primeras víctimas ha brillado por su total ausencia. Nunca en plagas anteriores se había sembrado, y utilizado, el miedo a nivel planetario de tal forma, ni se han hallado los ciudadanos en un estado de indefensión, control y desconcierto semejantes frente a las disposiciones de fuentes invisibles, repentinas, indiscutibles y variables que condicionan absolutamente sus vidas nada menos que bajo peligro de muerte.

Lejos de acompañar, de manera simultánea a las disposiciones oficiales, la información adecuada y mesurada sobre la naturaleza del agente patógeno, la inevitable recurrencia del fenómeno y las medidas, (vacunas e higiene) para abordar tales problemas, se han utilizado y extendido el pánico, la histeria, las opciones imposibles, véase el encierro indefinido, y con ello un dominio tan absoluto de las poblaciones como jamás se había logrado en regímenes totalitarios ni se ha alcanzado hasta el día de hoy con el comunismo en China, Cuba, Corea del Norte y aprendices mientras se está ensayando con el populismo étnico, nacionalista, sexista, etc. estilo siglo XXI. No es detalle menor que la más vasta dictadura actual de este tipo, China, ya no se denomine en la prensa occidental dictadura ni comunista sino que haya pasado a ser autocracia. Las palabras no son inocentes, ni lo es que escaseen los comentarios sobre la cuna del Covid y la imposibilidad de investigar su origen. Casualidad sin duda el rechazo a denominar una variante del virus por la letra griega xi, a la que sigue en el alfabeto heleno la o, ómicron La xi se asemeja a la inicial del nombre de Presidente del imperio asiático que siempre se vio a sí mismo como del Medio, hoy en plena expansión hacia los extremos, al que ha vendido Europa, a cambio de la inundación de mercancías todo a cien, la expectativa comercial y la compra de deuda, su dignidad y su independencia.

A pesar de la Peste Negra. Duomo. Florencia.

El volumen del miedo y disposición a la servidumbre, circulando a pleno galope por la red de comunicaciones moderna, y la parálisis y confinamiento de los países afectados no significan que la epidemia del Covid haya sido ni mucho menos el fenómeno más letal y la mayor ola de seguidismo irracional de masas que se recuerda: En el siglo XX la Primera Guerra Mundial desató una masacre colectiva absurda excepto por los intereses que la aprovecharon y dejó países en principio civilizados cubiertos de cadáveres rajados por bayonetas, gaseados, comidos por los parásitos, el frío y el lodo. La mal llamada gripe española no se quedó atrás, la tuberculosis, hasta el descubrimiento de los antibióticos, segó millares de vidas mientras las vacunas y la simple higiene han salvado innumerables; y las doctrinas totalitarias tienen en su haber millones de muertos, sin que los hombres civilizados hayan decidido rechazar, combatir las causas ni denunciar crímenes, estupidez ni fanatismo.

 

La mercancía del miedo

Lo pintaron, pero no se rindieron al miedo. Caravaggio. Florencia

La capacidad mercantil del miedo no es, ciertamente, nueva. El miedo vende, como bien sabe el periodismo. No se compra un periódico lleno de buenas noticias, pero, aliado con las técnicas de comunicación, esa mercancía vende mucho más, su rentabilidad se multiplica exponencialmente. La pandemia desciende sobre poblaciones que invierten gran parte de su dinero y atención en el estado y la apariencia física, en dietas, belleza, mimo del cuerpo y ropa de marca. Dios está aquí y se lleva puesto. Los enemigos del aspecto saludable son doblemente enemigos y los testigos visibles del deterioro de la enfermedad  o la vejez deben ser ocultados o mantenidos a la mayor distancia.  La confusión y los gobiernos de caciques han permitido además con la pandemia la floración de múltiples negocios, grandes ingresos, mafias, fraudes, estafas, cohechos y la constatación de que objetos de fácil fabricación y escaso coste, como mascarillas o desinfectantes, no se hallaran en el mercado y hubiera que importarlos de otros países. Como China.

Muy mayor negocio  ha sido, es y pretende ser la absoluta y fulgurante  imposición online, para gran alegría de empresas del ramo, programadores y comisionistas estatales o privados y con carencia absoluta de críticos, porque ¿quién se atrevería a pasar por desfasado reaccionario que añora épocas de atraso y es incapaz de apreciar los milagros de los nuevos tiempos?, ¿y las cuantiosas ayudas económicas que para ello la generosidad de los gestores universales le ofrecen?

El paso del miedo al pánico se mide por la percepción del agente de la pandemia como una especie de diminuta bestia rabiosa suelta que transmite su veneno fatal por la respiración y vapores de cualquier prójimo. Esto se traduce en la indefensión y desconcierto totales e inevitables. La racionalidad ofrece panoramas más templados  y desde luego mucho más lógicos y prácticos. Véase la visión de la vida como el micromundo de seres unicelulares, bacilos, virus, bacterias, microbios, que coexiste desde siempre, y por siempre, con otras formas, el macromundo, en el que se sitúa la especie humana, con interacción y reacción variable de ambos entre sí, en formas tan distintas como el bacilo de Koch, responsable de la tuberculosis, o las bacterias indispensables para la existencia del hombre a las que se debe, por ejemplo, la fermentación.

El Covid ha sido una pandemia de terror global porque había medios para ello. Era un miedo difundido y renovado en cada disposición, dato y día, acompañado por la indefensión completa, puesto que se inserta en un elemento absolutamente nuevo en el planeta: El sistema de comunicaciones informático. Y éste, que en principio debería haber actuado sólo como factor de apoyo positivo, ha multiplicado exponencialmente los daños sociales y políticos del Covid a causa de la gestión y porque se inserta en poblaciones que, previamente, se hallan en la situación de dependencia, no más peligrosa pero sí mayor, que la humanidad ha vivido jamás con el advenimiento de la telemática, que, al tiempo que sus indudables beneficios, tiene un lado oscuro: Su utilización de forma particularmente espuria y totalitaria.

 

El gran timo online

Moisés recibiendo los Mandamientos (sin online.). Florencia.

De repente, y con voluntad de permanencia, se ha privado al común de los ciudadanos de la atención directa, so pretextos profilácticos que no corresponden sino a un abuso permanente de las circunstancias, de la confusión y de ese excelente cómplice de todas las vilezas que es el temor. Robots, cintas grabadas, mensajes de correo sin posibilidad de respuesta, llamadas a números de teléfono que no responden jamás, soberbia, prepotencia y falsos pretextos de ocupación desbordada, desprecio del infeliz que intenta obtener la antes eficaz y rápida atención médica y que se encuentra con citas a más de un mes vista, organismos en los que donde había seis empleados hay dos o uno visiblemente inactivo pero que exige cita previa, fechas para vacunas de la vulgar gripe que se dan con más de treinta días vista so pretexto de agenda de enfermería completa y que cuando el citado al fin acude comprueba que es el único representante de la supuesta apretada agenda, desdichados que piden recetas de medicamentos necesarios y se encuentran con una especie de antidisturbios bloqueando la puerta y al habitual y conocido empleado transformado en furibundo cancerbero, organismos oficiales que funcionan visiblemente a ínfimo rendimiento, sospechosa unanimidad en las alabanzas al online y en el crudo hecho de que en absoluto reemplaza a la atención presencial, que se aprovecha y se quiere aprovechar para una amputación brutal de servicios y una segregación de la población y, que, en cambio, ha anulado la responsabilidad individual, no hay recurso posible ni respuesta y que jamás el individuo ha estado a tal punto indefenso ante la dictadura de dictadores invisibles.

La pesadilla burocrática, véanse los viajes y aeropuertos, a golpe de documentos noreply de inatacable estupidez binaria, el manifiesto desprecio e imposición a las personas concretas favorecen reacciones inútiles y negativas de rechazo a vacunas y a medidas aconsejables porque se produce un efecto de válvula de escape ajeno a la lógica y producto de la imposibilidad de control, de la impotencia ante la manipulación de la existencia cotidiana dispuesta por gobiernos ávidos de recibir dádivas y alabanzas de los señores que rigen y dosifican energía, autómatas y datos. Mientras, en las calles intentan conseguir empleos  y alimentos miles de seres humanos en paro que ofrecerían los necesarios atención y servicios, a los que se suman olas de emigración nada telemática. En la práctica, los ruidosos grupos antisistema son extremadamente útiles porque canalizan la atención, rechazo y reprobación de la opinión pública, que ve en ellos defensores del contagio y desahoga el volumen de agresividad y frustración acumuladas.

La maniobra de manipulación y sumisión de masas goza sobre todo de la mayor impunidad, está blindada ante el más mínimo ataque porque toda crítica y análisis de la opresión que ha provocado automáticamente se deriva al vertedero de los vomitados por la historia, de los incapaces de adaptase a la era luminosa del Progreso y sus ineludibles avances que permiten posibilidades jamás soñadas. Y son, además, cambios absolutamente irreversibles.

 

La dictadura invisible

La realidad es que se ha impuesto, de la forma más antidemocrática posible, el online como sistema de comunicación exclusivo, aunque no sea sino un recurso más que debía adaptarse a las necesidades y servicio de ciudadanos. Con una mezcla de papanatismo provinciano y afán de captar subvenciones basadas en la mutación telemática, se ha dejado a millones de personas en estado de necesidad y carencia, impotentes y atemorizadas, amordazadas además física y psicológicamente por la vergüenza de ser tachadas de incapaces de adaptarse a los nuevos tiempos y de ser torpes rémoras del progreso. Son por millares víctimas de un robo legal y cotidiano que ni siquiera pueden denunciar. Se hace en silencio e incluso con sonrisas. Coexiste el tratamiento online de apestados con las campañas de los bancos, pródigas en anuncios y carteles con sonrisas y ofertas de cariñosa atención simultáneas de unas directivas dignas de los lazaretos medievales para rechazar al usuario, limitar su entrada, blindar el recinto, reducir a mínimo horario y servicios, eliminar empleados y oficinas- Todo esto en un sector, el bancario, cuyos trabajadores gozan de un horario reducido de verano de seis meses amén de diversas ventajas fuera del alcance del común de los mortales.

Peor que el Infierno: El de la estupidez. Florencia.

El individuo sobra. Hay respecto a la población franjas de él más eliminables o despreciables que otras, las de mayor edad, y esto es bienvenido por las clientelas de la grey victimista de nómina y por los caciques, y el Cacique. Les hace sitio y, con su presumible pronta desaparición, minimiza gastos de mantenimiento. Clanes y clientelas de nómina imperan. Ahora bien, el canon del mínimo común denominador intelectual tiene sus límites por mucho que se lleve haciendo un intento tras otro de eliminar todo saber, conocimiento y humanismo de los estudios y se prohíban la reflexión y la memoria. Como ocurre con la economía, la resistencia de materiales no es infinita y hay un derrumbamiento final del país famélico, carente de recursos materiales y humanos. Pero hasta que se alcance ese límite del canon de la estulticia y mediocridad como norma puede transcurrir bastante tiempo y mientas hay espacio clientelar para algunas generaciones que disfrutarán de todo tipo de juguetes tecnológicos.

Excepto de la libertad y la cuota de incertidumbre e irremediables sentimientos de soledad y tristeza inherentes a lo humano, y de la felicidad de no deber lo que se obtiene sino a sí mismo.

Infierno: El más indiferente. Florencia,.

 

Tiempos de genocidios light

El genocidio light, que tiene la bandera verde, de un verde un tanto lívido porque el reverso de los inacabables bosques del planeta futuro es la deseable desaparición del idílico y sano panorama de cuantos no cuadran en la perfección juvenil y deportiva, ha encontrado su grande y segunda oportunidad, después de los programas de eliminación física y los burdos intentos totalitarios del siglo XX: Sobran cuantos no vean números diminutos en pantallas diminutas, sobran los que no tabletean con agilidad en pantallas, sobra el que no ofrece la feliz imagen de dar corriendo vueltas a la manzana provisto de zapatillas de marca, está de más el de lectura y dicción de online precarias, por no hablar del osado y por fortuna raro contestatario que se atreve a dudar de la deslumbrante bondad y acierto del sistema. Molesta además especialmente por densidad comparativa, por la constatación de que posee autonomía de pensamiento y un almacén personal de saberes de los que al veloz interlocutor se le ha privado por abolición de estudios y del concepto de superioridad y excelencia de los conocimientos.

  • El indeseable ciudadano que ha perdido el look de la juventud es expulsado de cada metro de reciente asfalto con el que se impide el paso del transporte con el fin de construir en ciudades grises desiertos parameros e inmensas aceras innecesarias donde antes había seguridad, tráfico, posibilidad de desplazarse y animación urbana. Porque la ciudad, con su plural oferta y animación, es la libertad. La epidemia ha dado su oportunidad de oro a la ola de desprecio, hostilidad y eliminación de percepción y contacto con la que se trata a los mayores. Existen muchas formas de exterminio, en pequeñas dosis, maquilladas por campañas de solicitud gregaria oficiales. La  eutanasia, en tal contexto, será muy bienvenida, los suicidios difuminados en el hastío del abandono y el rechazo. Hay que hacer a los que no dan la imagen del Hombre Nuevo online la vida tan incómoda como sea posible, atizar la segregación, sacralizar al espécimen joven del nuevo mundo telemático regado de alabanzas y subvenciones. En el viejo se ve la imagen lamentable de lo que se llegará a ser, de lo que la propaganda de la juventud impecable, eterna y sin memoria niega. Toda agresividad, desdén, omisión son pocas, como saben muy bien las oficinas bancarias, los servicios públicos, las entidades y recepcionistas de servicios médicos. Los dioses Futuro, Online, Planeta Verde, Porvenir Climático exigen sacrificios, la pandemia providencial ha acudido en su ayuda, el Hombre Nuevo carente de pasado y de recuerdo se multiplica en los jóvenes.

Antes de que el comando igualdad de género lo destroce. David, de Miguel Ángel. Florencia.

A éstos la dictadura invisible les ofrece y ofrecerá compañía garantizada y gratificación instantánea. A ningún régimen totalitario le faltaron juventudes fanatizadas. El más torpe de los dictadores sabe acomodarse y sacar partido de ellos. Mayormente en un país colgado, como probeta de experimentos mal conseguidos, al extremo occidental de Europa y que es en ella la nación fallida, débil, irrelevante y patética, única que rechaza nombre, símbolos, lengua propia, historia y bandera, envidiosa con razón de su vecina Francia, defensora de su falsa Leyenda Negra, miembro mendicante de la U.E y que tiene como presidente un maniquí huero al que nadie votó en elecciones generales y que se apoya en el desecho de terroristas reciclados y en clientelas ansiosas de desguazar el país. La dictadura invisible online no admite reclamaciones, es blindada, abstracta, anónima  e invulnerable. El cacique presidencial es el mascarón de proa de las clientelas parasitas tras el que se apiña, con aplausos, la tropa tragaperras, que tintinea consignas -a -o cada vez que se introduce en sus ranuras el sueldo.

El maniquí modelo Hombre Nuevo cuenta con  tres amigos: la Trinidad: Planeta, Futuro y Progreso a la que se suma el caprichoso dios Climático, que garantiza la irresponsabilidad del Líder y su distanciamiento de cuanto pertenezca a lo presente, inmediato y comprobable. No hay culto más cómodo ni dioses más inapelables. A más vacío personal y mayor capacidad de fraude y flatulencia ideológica mayor devoción espectacular por cuanto se sitúe a siglos, milenios, millones de años vista. El parásito se sabe en ese terreno libre de dar explicaciones a críticos y adversarios y dueño de repartir a sus fieles huestes larguezas. Planes, proclamas, promesas, expolio de bienes y derechos, leyes y normas diarias y abundantes, disposiciones arbitrarias y contradictorias, invocaciones, prohibiciones, sacrificios, todo se justifica en el ara del dios Futuro, del dios Planeta, del dios Progreso, del sagrado Cambio Climático. No hay medio ni posibilidad alguna de comprobar cuanto el Líder proclama, de acomodar sus disposiciones al presente, de introducir en la escena del hoy y el ahora al ciudadano y su breve vida. Ninguno de tales dioses existe como tal y su misma entelequia los protege y da a los líderes invisibles y a sus representantes patente de corso para hacer y disponer cuanto quisieren, desparece el presente, lo único real y cierto, para ser sustituido por imágenes virtuales futuribles y profetas que evangelizan, en un rasgo de conmiseración, a los torpes mortales apegados al disfrute de los bienes y alimentos terrestres de su día a día.

La pasividad de poblaciones narcotizadas por la difusión del miedo no impide, sin embargo, la percepción del esbozo de sociedad que se está intentando imponer: No es el mundo en el que se desearía vivir sino la antítesis del proyecto democrático que con tanto esfuerzo se había ido materializando, el de derechos y libertades individuales, valoración de la excelencia y el mérito, admiración por la belleza, la inteligencia, las obras sublimes de la investigación y del arte, los logros del trabajo y del esfuerzo.

Lo que apunta es el lado más oscuro del empleo de la ciencia, el menos democrático, en el que un abismo separará al individuo del común de una élite provista de contactos, fondos, tarjetas oro y express y equipos de asesores que resolverán para ella cuantas gestiones presente la vida diaria. Es una élite de físico y nacimientos seleccionados por especialistas en genética que les asegurarán la vida a la carta, la ausencia de defecto alguno y la previa eliminación de cuantos no consideren humanos, dignos de respirar ni de pertenecer a su núcleo dinástico. La élite planeará, sin mancharse, sobre el confuso enjambre de la plebe, lucirá, en el caso de que quiera reproducirse, bebés impecables y no tendrá jamás el menor problema de gestiones, pagos y suministros, no existirán para ella robots telefónicos, silencios, noreply ni esperas y, con sorpresa genuina, sabrá a veces de las angustias de cuantos habitan los tan lejanos mundos exteriores. Entonces verificará el móvil que lleva como un escapulario y lo considerará una transmisión defectuosa.

Naturalmente hay un olimpo, y en él profetas y gestores de felicidades virtuales disfrutan, además de de los bienes de este mundo antes de que lo cubra el uniforme tono verde, del mayor de los placeres: El dominio total, aquel que los dominados agradecen y alaban, pasada ya la línea de la crítica, la perplejidad, la rebelión y el sufrimiento e instalados en las tierras del olvido de lo que en el pasado fueron y sintieron.

La utopía recuperada

La sustitución de una forma de vida y un sistema razonablemente libres lleva camino de aprovechar las circunstancias para instalar de forma permanente un nuevo totalitarismo anónimo, una fusión, más que revival, del nazi y el comunista, con la dualidad masa/élite blindada por la aparente neutralidad de la ciencia y los inmensos avances y beneficios que ésta ha procurado. Esos mismos descubrimientos, la complejidad alcanzada, hacen el manejo de lo que concierne a su vida diaria ajeno e inaccesible para la mayor parte de la población, que debe remitirse a su uso y dar las gracias por el milagro de la comunicación y la información instantáneas. La toma de disposiciones sin la menor participación de los interesados, y contra su voluntad, beneficio e intereses ha introducido riesgos gravísimos de un tipo de dictadura y control telemáticos que exige la anulación de cualquier otro medio de expresión, representación y contacto. Se plantea pues una tarea nueva, por demás insólita: Recuperar la utopía.

La Belleza existe. Botticelli. Florencia

En este caso se trata, y sería la primera vez que tal fenómeno se produce en la Historia, no de luchar por una utopía inédita, sino de recuperar la más feliz forma de vivir que, sin rechazo de los progresos actuales y con plena conciencia de la historia reciente, reivindique sin complejos ni temores de exclusión, omisión ni ostracismo, las formas de relación personal y laboral que se intenta erradicar y sustituir por opciones mecánicas vacías de responsabilidad personal y de calidad humana. Se trata, en esta época gris, de la utopía de reemplazar la envidia y el odio a la excelencia por la abrumadora alegría ante la superioridad ajena, por la plataforma que ésta a todos ofrece de despegar de la angustia, mezquindad y de los males inevitables. Si, por poner un ejemplo, la ciudad italiana de Florencia fue capaz, en el siglo XIV, a pesar de la feroz Peste Negra de 1347, que mató a más de un tercio de la población, de alcanzar la cumbre de un arte que llamamos renacentista y edificar la maravilla del Duomo de Brunelleschi, grabar las puertas del Baptisterio de Ghiberti, pintar y esculpir los infinitos tesoros de la Galería de los Uffizi, de la Galería de la Academia, si lo hicieron Miguel Ángel, Botticelli, Leonardo, Fray Angelico, Rafael, Caravaggio, con el olor reciente de la muerte, el terror y la pérdida, es posible que poblaciones que han sufrido infinitamente menos salgan de su estupor, rechacen la sumisión y el miedo, afronten la vida y la posibilidad de crear y sentir, más allá.. Lo hicieron otros hace siglos, en condiciones y con existencias mucho más duras y breves, y  supieron, sin embargo, dejar para sus contemporáneos, para nosotros y para sí mismos, una porción de eternidad.

Rosúa

Madrid, enero de 2022.