08/20/22

El club unipersonal Pelosi

Nancy Pelosi, por supuesto. Porque en este momento, agosto de 2022, en ella se concentra la dignidad, perfectamente inútil. inoperante, reprobada incluso, de habitantes del planeta que vienen rendidos de fábrica a cualesquiera fuerza, millones de adversarios, billones de armamento, dictador y totalitarismo con tal de que les permita la ración diaria de sopa boba, pantalla, zapatillas de marca, contratos, mercancías y de que deje planear sobre sus cabezas sin que descargue el nubarrón atómico. Acuñada en un metal más raro que ningún oro, esta mujer ha hecho, lleva haciendo a lo largo de su vida, aquello a lo que apenas ya nadie se atreve: El acto gratuito, y por ello de inmensa valentía, de la acción moralmente justa, de la denuncia por exigencia y compromisos con la verdad y la solidaridad, sin plantearse victoria alguna, con perfecta consciencia del preceptivo fango de coyunturas, reparos y estrategias. Porque su sustancia, su valor son otros, de una aleación ya prácticamente desconocida: La de la persona, el individuo que ha luchado por serlo, que sabe que la humanidad es sendero empinado que se conquista. Aunque en buena parte se halle laminado en finas y moldeables láminas por la oportuna irresponsabilidad personal que le presta el anonimato de la tecnología y el ciudadano acepte el vasallaje incondicional a entes y dimensiones que siempre lo superan. Pese a que cacique, clero y heraldos lo sometan a diario a la ducha de consignas de falsos dioses planetarios, cósmicos y milenarios de mandamientos inapelables y de que lo bañe el líquido amniótico que disuelve la exigencia de responsabilidad individual y hace la ética y libre albedrío inconcebibles. Nancy Pelosi ha dicho y hecho lo que cabía y se debía hacer, en el momento más oportuno por incómodo y desesperado, cundo un gigante como la China del gobierno de Pekín parece poder aplastar de un manotazo a pequeños, libres países de Extremo Oriente, como Taiwán o Corea del Sur, infinitamente más valiosos y respetables que la enorme dictadura asiática y su homóloga rusa al otro extremo. Frente a ambos goliat se alzan empero calidad humana de vida, de derechos y bienestar, a una altura que la fuerza bruta de los gigantes no podrá alcanzar jamás.

Olvidados y aplastados. China. Tien An Men 1989

Taiwan: China, pero libre.

Por supuesto sabe que se enfrenta a una lluvia de denuncias de  enriquecimiento de ella y los suyos en negocios con China. La corrupción es un arma al alcance de todos, la más barata y sólo ausente en los sistemas totalitarios. Cualquier aspirante a cortesano, a periodista de columna o a político puede ganarse un sueldo y un hueco entre los gusanos del queso de la envidia rebuscando en las vidas personales, ninguno osaría perder audiencia pasando la mano a contrapelo a la bestia de la opinión pública, y escasean más que el lince ibérico los que arriesgarían la milésima parte de su vida y haberes disgustando al poder y enfrentándose a la policía china en su propio territorio. Nancy Pelosi no ha esperado ni considerado alianzas, apoyo, defensa por parte de los europeos ni de otros. Lleva muchos años diciendo lo que hay que decir a quien y cuando cumple decirlo. Y eso es exactamente lo que una persona que merece ese nombre hace, en solitario porque siempre hay el individuo primero, por mucho que se hayan creado escudos de razón de multitudes, de sacralización de la bajeza bajo capa de igualitarismo, de alabanzas de todo tipo de la mediocridad, y oportunismo y, por encima de todo, de viscosa sumisión alimentada por el miedo y la envidia. Ella defendió siempre a los disidentes y los derechos humanos en China, tuvo el cuajo de desplegar 1991 en plena plaza de Tien An Men, en Pekín, un cartel pintado a mano en chino que rezaba “Por los que murieron por la democracia en China”, con la consiguiente represión de la policía y encarcelamiento de los periodistas que intentaban cubrir la noticia. Esto en conmemoración de los miles masacrados en aquella plaza la noche del 3 al 4 de junio de 1989 por el Gobierno, muchos de ellos jóvenes estudiantes que pedían democracia y habían erigido una ingenua estatua de la libertad. Una sola línea de ese cartel-por poner un ejemplo europeo de extrema cobardía de un país que ni se atreve a tener nombre, símbolos, lengua ni bandera- vale más que el Gobierno de España en pleno con cuantos lo mantienen, apoyan, viven de él y se suman a la masa oportunista de deseosos de probar su filiación incondicional al club bienaventurado y rentable de “progresismo” e “izquierdas”, que les permitirá cobrar y ser aceptados a pelo y a pluma, junto con los intelectuales y rebeldes a la violeta que corean todas las consignas contra el “imperialismo norteamericano”. Del rosa al amarillo, ninguno dejará de exhibir su desafío virtual al “sistema” y el “liberalismo”, el comunismo habrá pasado a ser una “autocracia”, un rasgo étnico-cultural, y ficharán, con la esperanza de que los hagan corresponsales, en las críticas a Nancy Pelosi.

Taiwan. Antes.

No todos. Es difícil decir más verdades en menos espacio que en el artículo de Iñaki Ellakuría “La verdad es tóxica”, página 2 del periódico “El Mundo”  del 19-VIII-2022. Hay en él un genuino amor por la libertad y la verdad y una desolación ante las sumisiones que nada tienen de las servidumbres al uso.

Pelosi recordó en Taiwán, en su reciente visita de 2022, que hacía veintiocho años que había viajado hasta la plaza de Tien An Men para honrar la valentía y sacrificio de los estudiantes trabajadores y ciudadanos en general que se alzaron en defensa de la dignidad y los derechos humanos que todo el mundo merece, y que desde entonces y hasta hoy ella y los suyos mantenían el compromiso de compartir la Historia con el resto del mundo. La congresista, que ha visitado la frontera de Corea del Norte e intentado hacer llegar a los dirigentes de Pekín peticiones para que fueran liberados disidentes como Liu Xiao Bo, Premio Nóbel de la Paz al que el Gobierno no permitió ir a recogerlo y que murió de cáncer en reclusión en China, no está ni mucho menos exenta de correr graves riesgos con sus denuncias. El status de político extranjero no ha impedido al Gobierno de Pekín hacer desaparecer limpiamente a norteamericanos que le incomodaban. La talla humana de esta mujer resalta más por contraste con la maraña de parásitos europeos de las utopías subvencionadas y la mísera avidez nacionalista de las colas de ratón. Su trayectoria vital, profesional, intelectual y ética es exactamente el polo opuesto de las clientelas del paraíso gratuito y verde a libre disposición de los gestores del nuevo edén totalitario.

Taiwán ahora

Como el grano de levadura o el justo que podría salvar de la aniquilación a ciudades, según  el best seller no siempre recomendable llamado Biblia, la señora Pelosi representa algo difícilmente soportable: Una conciencia sin temor ni pudor respecto a efectos prácticos y críticas públicas, segura de la valía irreemplazable de los actos aquí y ahora por parte de individuos concretos en situaciones concretas, sin pretensiones de David, con la honda de sí misma y la desnudez de la verdad, la justicia y la palabra, incansable en la defensa de valores universales, de olvidados y oprimidos como en el caso del Tíbet y en el de esos solitarios individuos que reclaman libertad y respeto. La unánime ola de temerosos reproches que ha levantado su visita a Taiwán es la mejor prueba de en qué platillo se rencuentra la justicia de su acto. Recuerda al pesado de las almas en la mitología egipcia: En un platillo los hechos en vida del difunto, en el otro la pluma de Maat, la diosa de la verdad. En este caso está claro quienes se apiñan en el platillo de los suspensos, donde se sitúan los actos concretos de individuos concretos, que es referente real de entidad y calidad, y no las falsas dualidades “derechas”, “izquierdas”, etc., etc. ad nauseam. La estadística es también sumamente ilustrativa. Véase como ejemplo, tras el reciente y gravísimo intento de asesinato del escritor y defensor de la libertad Salman Rushdie, el exquisito cuidado con el que los redactores de prensa evitan emplear la palabra islamista que es exactamente la que define, en toda propiedad, la motivación del crimen.

Elecciones en Taiwán

Tiene, en este contexto, España una gran utilidad como ejemplo de país europeo fallido y avergonzado de sí. En una población acobardada de gentes que se saben vasallos, que no ciudadanos, que siempre bajan la vista y la voz ante disposiciones absurdas, despilfarro flagrante y señoritos inatacables, que responden con un resignado “Está mal, pero ¿qué podemos hacer?” el grado de sumisión, rendición preventiva y negación de sí es difícilmente superable por nación alguna. Hace desde luego añorar que Gran Bretaña se detuviera en Gibraltar y no continuara península arriba. Como sus pares europeas, Inglaterra es un país que sabe y quiere defenderse. No hay punto de comparación entre su unidad sin fisuras, como la norteamericana, tras atentados terroristas y la miseria de las manifestaciones españolas tras la masacre del 11 M de 2004 en Madrid en las que el nada valiente pueblo no insultaba a los asesinos que pusieron en los trenes (crimen del que , por cierto, nunca se ha sabido la autoría intelectual) las bombas sino al Gobierno democrático, expulsado en las elecciones generales que estaban convocadas tres días después. Sin olvidar que sólo Gran Bretaña rompió relaciones con Irán tras la llamada islámica al asesinato del escritor Salman Rushdie. Dos países europeos en dos extremos: El de ciudadanos, ejemplo de valor y dignidad, y el de los que no merecen serlo.

La regresión al cacique

En España, lugar tanto más simpático cuanto que carece de entidad competitiva y se distingue por el afán en demoler su Educación e Historia y por la imposibilidad de emplear, en amplias extensiones de él, administración y centros de enseñanza incluidos, su lengua, a lo que se añade el temor a utilizar nombre, símbolos y bandera propios, se da además, lo que no carece de lógica respecto a lo anterior, la veloz regresión hacia el caciquismo. En él se aceptan con sumisión ovejuna las más ruinosas, necias y nocivas disposiciones de un Gobierno nunca votado en elecciones generales y de una corte de parásitos que son imagen rediviva del señorito provinciano del siglo XIX. De uno a otro extremo de la piel de toro, ahora buey como mucho, los vasallos inclinan la cabeza con mansedumbre ante cualquier orden del Poder y responden “Pero ¿qué podemos hacer?”. La espuma inconsecuente de las protestas en mesas de café no pasa del aperitivo y de la puerta, el Parlamento no es sino un Casino donde se reciben sueldos, se escenifica modosamente el papel de representantes y se amplían despachos y mobiliario para acoger a la inagotable clientela de paniaguados. No resultaría extraño ver utilizar durante la caza como perro rastreador a quien el señorito dispusiera, al estilo de la novela de Miguel Delibes, y luego excelente película, “Los Santos Inocentes”, y el sumiso sustituto del can respondería a la orden, o Decreto-Ley, de tirarse al suelo y olfatear “Sí; está mal, pero ¿qué le vamos a hacer?”.

Los sabios no están tumbados siempre.

En tal contexto, actos como los de la señora Pelosi o la valentía de cuantos, como Salman Rushdie, se enfrentan, por defender la libertad, a amenazas de muerte, consumadas o por consumar, la entereza de Taiwán y el valor de Ucrania resaltan, por contraste, con un brillo extraordinario y adquieren el peso y categoría de los que pasarán, por su mérito y riesgos asumidos, a la Historia. En el otro extremo, de Europa y en el moral, España es interesante como ilustración de la velocidad regresiva a la que lo que se llamo en su mejor sentido Occidente huye del reconocimiento y del simple enunciado de los valores universales de defensa de los derechos y libertades del individuo como tal. Las personas pasan a ser elementos determinados por el hierro del ganadero que los marca según latitud, longitud, aprisco y promesa de pasto, irresponsables por lo tanto de sus actos, que no les pertenecen sino en función de genética, localidad, pastor y etnia. Y sobre ellas gravitan, inalterables como un olimpo cortado a la medida de variados rebaños, dictámenes anónimos y dioses respecto a los cuales toda rebelión y reclamación son imposibles porque se sitúan en dimensiones inalcanzables: Futuro, Milenios, Planeta, Clima, Colectividad, Progreso Mundial. Esto con la ayuda inapreciable de la implementación espuria de la telemática y el miedo sumiso de la pandemia. Nada tiene que hacer, ni nadie a quien dirigirse, el individuo, aquí, ahora, diverso, aferrado a su única e irreemplazable vida y a lo que su conciencia, experiencia e instinto le presenta como malo. Lo baña diariamente una ola de consignas, repetidas con la puntualidad de las mareas y respaldadas con una reiteración de la palabra “democracia” que ha pasado a ser lluvia fina de dictadura destinada a crear y proyectar en pantalla supuestas mayorías  e inexistentes urgencias que todo lo justifican. En este sentido, el fallido país español practica de continuo tanto el uso de la palabra “democrático” como acciones antagónicas del más puro corte dictatorial, en forma de deyección incontinente de Decretos Ley y Leyes de urgencia, sin control ni discusión parlamentaria alguna. El manejo de la intimidación, de la certidumbre ciudadana de la impotencia y el falso argumento de necesidad apremiante por exigencias externas son instrumentos habituales de la manipulación de masas pero la aceleración y generalización de su uso han adquirido una velocidad sin precedentes. La dictadura actual permea hasta el último resquicio de la vida cotidiana de forma nunca, con ningún régimen, antes vista, y lo sitúa en un estado de completa indefensión ante agentes sin responsabilidad personal, inalcanzables y anónimos.

El lenguaje, la cultura y la Historia cuentan.

La ficción de las tribus felices y las aldeas asamblearias, cara a quienes viven de ella, es mercancía golosa y de fácil consumo; y gran peligro por cuanto anula al sujeto libre real, al verdadero ciudadano con sus deberes y derechos. Las sociedades complejas implican necesariamente gobiernos representativos, leyes, separación de poderes, concepto de igualdad de los individuos. Si se eliminan en la práctica el control ciudadano real y la ley igualitaria atenta sólo a los individuos y si se acaricia, no la solidaridad, sino la envidia, que es el peor pelaje de la bestia, entonces no hay sino la promoción de la mediocridad del mínimo común denominador y la ruinosa regresión e indefensión, en todos los órdenes. Es palmaria la diferencia entre el “Nada podemos hacer” del español y el control del gasto y de los políticos en países reales como Suiza o Gran Bretaña.

Taiwán. A toda velocidad y adelante.

Se ha instalado una eficaz máquina de un género nuevo de neocomunismo, de populismo a base de clientelas-parásito, para las que resultó providencial la eliminación de la responsabilidad personal y la indefensión implantadas utilizando la pandemia y el virus. El uso espurio de la telemática ha sido, en este contexto, una bendición  para Cacique y corte. Nunca estuvo el otrora ciudadano tan indefenso ante la multiplicidad de la dictadura sin rostro, materializada, virtual, inapelable e intangible en el Cacique-Presidente, un histrión especie de maniquí de cartón piedra relleno de materia revenida segregada por él y para su propio uso, en un decorado vistoso propio del gran muñeco de feria que halaga los instintos de los admiradores del tahúr con éxito y el rico sin esfuerzo que distribuye entre sus vasallos dádivas.

El Cacique al mando segrega, además de la lógica clientela estomacal que de él depende, miles, e incluso millones, de caciquillos a tiempo parcial, habitantes del país que, en vez de del de ciudadanos, han asumido el doble papel de complacidos seguidores incondicionales del Jefe que disfrutan del vasallaje y del tratamiento despótico y, por otra parte, ejercen con fruición el rol de comisario de sus convecinos que no siguen las directivas descendidas, sin mayor razonamiento, de lo alto. El Covid fue una providencial escuela de sumisión que permitía al Cacique las mayores y peores arbitrariedades, sin asomo de consulta a terceros ni tramitación legal. Dejándole campo franco para ilusionarse con autocracias perdurables levemente veladas por simulacros de sistema asambleario. Puede incluso degustar el máximo placer del Poder, que no es la riqueza sino, como bien dijo George Orwell  en “1984”, hacer sufrir, someter a otros a humillantes, dañinas, inútiles, estúpidas disposiciones, y ver a los súbditos aceptarlas en silencio, sin reproche e incluso con admiración y amor por el Gran Cacique Hermano.

Esto se enlaza y camina a la par de la técnica del envilecimiento asumido. Cuando se ha conseguido que, como tras la masacre del 11 M, el pueblo en su mayoría insulte y se manifieste no contra los terroristas asesinos sino contra el Gobierno, y una y otra vez se ha forzado, por presión y chantaje mediático y pandemia mediante, a aceptar disposiciones ilegítimas, sumisiones vergonzosas, manipulaciones e imposiciones del más bajo jaez y de notoria falsedad en la Educación y la Historia y la población ha aceptado esa vileza, entonces éste se ha situado a un nivel de vasallaje voluntario de muy difícil rescate.

Las rejas de esta cárcel hispánica a la que la mayor parte del país -véase el resultado de las votaciones- se somete sin resistencia son duales y falsas, pero no por ello menos cómodas y eficaces. Ni existen ni han existido nunca, excepto como recurso literario y  metáfora sociológica  en tiempos y temas históricos concretos, dos Españas, ni tampoco una especie de dualidad zoológica derechas/izquierdas, pero esta ficción nefasta exhibida con diferente vestuario y abrumadora orquesta mediática ha sido y es determinante para asegurar poder, manutención gratuita, predominio social y múltiples nóminas a una clientela parásita que lleva décadas multiplicándose a costa del empobrecimiento intelectual, moral y económico de la nación y ejerciendo un chantaje sin parangón en otros países europeos. La palabra “comunismo” y sus efectos históricos reales o se evita o goza de una especie de aura vaporosa afín a la generosa solidaridad. Los muertos, silenciados, quedan a beneficio de inventario porque en realidad las clientelas de la utopía viven y medran de esos réditos. La cárcel dual amplió y reformó instalaciones con el mito de la Guerra Civil de 1936 y su república maravillosa, que no lo fue, y el de la dictadura franquista uniformemente horrorosa, que tampoco lo fue. De estas fábricas inagotables y rentables de víctimas a posteriori han vivido y esperan vivir miles durante décadas.

“Somos así. Aquí somos así”

La frase es común respuesta en el país fallido a cualquiera que observe una deficiencia, un fallo, un retraso, incuria, comportamiento indeseable, errores garrafales, despilfarros del erario público, mentiras flagrantes del líder político. La primera persona del plural se emplea sistemáticamente, se diría que incluso con cierto placer o tibia complacencia de no distinguirse del rebaño y participar, con él, de la cuota de vileza. El “somos” en este tipo de resignada respuesta ante conductas negativas es rasgo típico hispánico, y nada alentador. Implica reconocimiento de inferioridad e incapacidad irremediables de estar a la altura de lo que de un ciudadano de un país moderno y democrático se espera. No es propio de otros lugares este «somos” y está relacionado estrechamente con la parálisis, la ceguera voluntaria, la indiferencia ante las palmarias fechorías del armazón parásito en el poder que deyecta a diario todo tipo de disposiciones de claro corte totalitario en una injerencia sin precedentes, propia de los regímenes comunistas pero maquillada a lo juvenil y  a la europea, en las vidas privadas, acompañada por amenazas de pérdidas de hacienda y libertad y blindadas por el general convencimiento de que no existe defensa posible.

Los últimos no serán los primeros pero es posible que para el país fallido, precisamente por su posición irrelevante, desmembrada y amorfa, se le presente una oportunidad de ascenso y cambio, de abandono y repulsa del “Somos”, que suba escalones, traspase las rejas de su cárcel verbal y advierta que éstas no existían, que eran simple proyección defensiva del peor de los clubs: El del mínimo común denominador intelectual y la amoralidad estúpida. Tal vez pueda hacerlo. La libertad está al otro lado.

El club individual.

Es, por lo tanto, el momento de pertenecer al club de los riesgos que valen la pena. Precisamente por el valor del acto gratuito y necesario, sin rentabilidad alguna. El valor individual, la denuncia explícita, el simple uso cada día, cada vez, de las palabras adquiere en este contexto un valor extremado porque son de las pocas armas que quedan al ciudadano, al humano que pretende serlo. No todo el mundo puede ponerse, como Wang Weilin, frente a los tanques en la plaza de Tien An Men, en 1989, en China, sin más arma que su bolsita de plástico, ni enfrentarse como Zelenski al dictador ruso que invade su país y negarse a entregarle trozos de éste como le aconsejan viscosos editoriales de algunos periódicos europeos, Pero las palabras, su elección y la estadística en su empleo no son inocentes. Tampoco lo son la supresión, inclusión o no en un texto, la eliminación de fechas y datos numéricos o la amputación de la Historia. Como todo nuevo rico, el Gobierno de Pekín no se conforma con la exhibición de riqueza, poderío y armas. Necesita el reconocimiento de los que, sin decirlo, siente como aristocracia, desea la simpatía de sus pares, no soporta la riqueza de libertad de la que gozan sus vecinos taiwaneses, el aire próspero y limpio que respiran, que cualquier visitante de Taiwán percibe y no se puede comprar con tanques ni contenedores de todo a cien circulando por la red mundial. El contraste próximo con países abiertos da al traste con el tópico racista de la incapacidad china para la democracia y con el argumento de la uniformidad de mil trescientos millones de habitantes sólo capaces de seguir al autócrata de turno, al Partido Comunista Jefe, sin aspiración a democracia alguna. La falacia del número es el peligroso simulacro de argumento utilizado tanto por la dictadura totalitaria china como por los oportunistas de Occidente. Mil cuatrocientos millones se presentan como un bloque, uniforme que excusa, por el peso del guarismo, toda oposición y todo análisis. El individuo, gran enemigos de los peores, no existe, está indefenso, silenciado bajo el abuso, la violencia, el terror, las peores dictaduras, las leyes y usos criminales. Y sin embargo la fuerza de una idea, que siempre nace primero en alguien, que alguien defiende solo en algún sitio, es lo que cambia el mundo en el que se vive y la única  arma que a quienes sepan denunciar y a atreverse a usarla les queda.

Taiwán. Sin miedo al gran dragón.

Rosúa

 

06/22/22

TRANSIBERIANAS. TAL VEZ TRANSEURASIA- Nuevo libro. Junio 2022

Transiberianas. Tal vez Transeurasia.
Junio de 2022

 

 

De Moscú a Vladivostok y mucho más allá, en el espac io, la Historia y el tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De un continente a otro.  Y al futuro que puede ser.

02/12/21

LOS DIOSES MALOS

Los dioses malos

Hombre-Reptil-Mesoamérica

En Madrid, febrero 2021.

Dios Murciélago-Mesoamérica.

Sorprendente sorpresa la manifestada en medios de comunicación (prácticamente todos), comentaristas, analistas y público ante el curioso grado de violencia, polarización, agresiones y ataques de todo tipo a la estructura y símbolos mismos de los países que se consideraban cuna y referencia del Estado de Derecho, la libertad y la prosperidad. La ebullición de una materia desconocida parece haber hecho saltar la tapadera en lo que se solía llamar Occidente: Europa y Estados Unidos. Simplemente afloran de forma simultánea, en diversos grados, la parroquia y cosecha de los dioses malos, que han venido predicando, en el silencio cómplice y medroso general, la destrucción del individuo, la de la justicia igual para todos y la eliminación de raíz de la creencia en el valor de cada ser humano. El individuo ya no es sujeto ni centro de política, filosofía, jurisdicción, pensamiento, y, por lo tanto, tampoco es responsable de sus actos, irreemplazable, libre ni único. Lo sustituyen conceptos ajenos a su valor personal y a sus obras. A este giro copernicano de la percepción, e imposición, social sirven, con ejemplar sumisión, las empresas mayoristas de distribución de tópicos. A ello se suman, sea países que se suponían en la órbita del cambio y que, sin embargo, parecen entregados a una violenta regresión, sea otros en el muy mal llamado mundo árabe, que hicieron un conato de huida hacia la modernidad y no se reponen de la caída tras el frustrado salto. Oriente entre tanto observa. Algunos conscientes del mejor vivir que les ha procurado la adopción de sistemas y principios que vinieron del oeste pero que tienen categoría universal. Otros enquistados en la gigantesca réplica del tradicional y déspota señor feudal, aquél que rebosa de mercancías y bienes, pretende modernidad pero que, en el fondo, no ignora que impera sobre vasallos, no sobre ciudadanos. La extrapolación, imposición y blindaje supremacista del poder informático han venido, además, a resultar herramienta de valor inapreciable para la implantación, acelerada en su curso, de la sociedad sin individuos, extraída de éstos la médula de su valor puesto que carentes de responsabilidad personal. La voluntaria ceguera occidental respecto a los derechos humanos, que se evita cuidadosamente mencionar mientras se aplaude la previsible renuncia a su defensa y el afable acomodo con la República (todas las dictaduras afirman serlo) Popular (título, junto con  Democrática, igualmente reivindicado por todo totalitarismo que se precie) China, es buena muestra de ello.

Olvidados y aplastados. China. Tien An Men 1989

Parroquia, diezmos y primicias.

Es hora, sin mayores subterfugios, de que la parroquia de clientelas del victimismo subvencionado, de la utopía a cargo del presupuesto reparta entre los que no lo merecen el botín de lo que nunca sus miembros se ganaron, y para ello necesitan destruir definitivamente al individuo, anularlo, aplastarlo, enmudecerlo, hacerlo desaparecer en fin como finalidad y referencia de lo que es genuinamente democrático, enterrarlo bajo un entramado de cubículos gregarios cuya existencia se justifica y prioriza, en un razonamiento que es pura animalidad. El sujeto pasa a ser un puñado de la masa anónima que se moldea a voluntad y se elige, según convenga, por rasgos colectivos, físicos, étnicos, biológicos, geográficos, ajenos a la personalidad, voluntad,, hechos, méritos y obras de cada persona en sí. La democracia  parlamentaria, que ni fue ni quería ser un dios pero sí es la mejor defensa contra las tiranías, el mejor espacio para los ciudadanos, ha sido sido sustituida por su remedo, una ficción chillona, inquisidora, totalitaria y amenazadora que es exactamente su polo opuesto y la más completa y blindada garantía de servidumbre. La lluvia de incongruencias y despropósitos es tal que no halla respuesta ni apenas se percibe. Pero no se trata simplemente de estupidez, error o incompetencia. Siempre hay beneficiarios activos y pasivos. Se nombra, alaba, concede el premio Nobel, condena o juzga en función del color de la epidermis, de la tribu urbana o provinciana de origen, de si se es transexual, homosexual, mujer o miembro de la secta que más votos prometa. El nombre y apellidos, la singladura vital, la identidad real no son sino aditamentos al icono ofrecido a las cámaras y cuyos atributos responden a los de una sociedad anónima.

La revolución de nómina. Aspirantes a clientela.
Madrid, 2011

 

El evangelio de los dioses malos

Naturalmente el alma misma que, con todas sus desviaciones y retrocesos, animaba a los sistemas occidentales, los Derechos Humanos, las ideas de superior categoría de la verdad, la libertad, la justicia y el respeto debido a las personas por ser tales, sin distinción positiva o negativa en función de rasgo alguno, no tienen cabida en el evangelio de los Dioses Malos, en el culto a la fragmentación, a la diferencia y a la confrontación, indispensable ésta para justificar el asalto al inmenso botín que representa el Estado en sí. Se trata de un evangelio antagónico a los valores gracias a los cuales se han construido con esfuerzo civilización, progreso y un bienestar superior al nunca logrado antes. El antagonismo revierte en el culto al mínimo común denominador en todos los sentidos presentado como igualdad, en la instalación ubicua de tipos de censura patentes, oficializados o, apenas, encubiertos, potenciados con una rapidez inesperada por la pandemia de 2020-2021, que ha ofrecido a grupos de poder y propaganda (valga la redundancia) y a aspirantes a tiranías sinobananeras la posibilidad de capitalizar el miedo, silencio, aislamiento y parálisis institucional y política en los que se encuentra sumida la población. Para que la ola parásita pudiera pisar en tan poco tiempo tan a fondo el acelerador de la instalación de una parodia siniestra de la democracia, para anular ciudadanía y Parlamento en renovadas e indefinidas horas  veinticuatro hacía falta una catástrofe súbita.

Exterior inquietante

El evangelio de los Dioses Malos es, lógicamente, futurista y totalitario, pero desdichadamente con un reino muy de este mundo. Su maqueta del preceptivo paraíso terrestre es un híbrido de comuna hindú vegana, animalista y beatífica regida, eso sí, por la casta de los nuevos gurús que, en la trastienda, se apoyan en dictaduras, ejércitos, policías, armamento y empresas tan concretos como los de los dos grandes países con vocación de imperio actuales: China y Rusia. Los coros y danzas de la felicidad continua exhiben la maqueta de su paraíso, inatacable porque se sitúa en épocas como mínimo a una o varias décadas vista, en el cual, con la propiedad privada, han desaparecido la libertad, autonomía y criterios individuales para dejar paso la más estúpida de las servidumbres. El gran lujo de los grandes ricos es precisamente ése: La exhibición de austeridad, la revelación mesiánica de la simplicidad suma y la comunión universal con vegetales, animales y con cuanto conglomerado de átomos se presente. Acompañadas de un desprecio olímpico por los bienes cotidianos de este mundo, desde el cafelito mañanero hasta el coche utilitario pasando por el sofá y salón propios y por esos objetos retrógrados llamados Parlamentos, periódicos, individuos que se desahogan insultando al Gobierno y que son felices, de vez en cuando, con unas cañas con los amigos o con un traje nuevo.

Los placeres prohibidos

 

 

 

 

 

 

Concentración de ascetas. La India.

El Satán tradicional era un pobre diablo en comparación con el apóstol resplandeciente que, junto con el resto de su club, descubre al ensimismado auditorio que pobreza es riqueza, unidad variedad, hambre salud, fatiga alegría, aburrimiento éxtasis, enfermedad experiencia, propiedad engaño, cuerpo banco de órganos.

El lujo del gran rico, ahíto de vulgares placeres terrenales y que revisa, con hastío, la extensión universal de sus empresas, es la gastada túnica versión chándal y el bosque, el ashram hindú, que no en vano aparece en el país de más férrea división en castas. Son bienvenidos el budismo new age y las imitaciones de cueva tibetana, pero guardándose muy bien de entrar en detalles, como que China invadió y ocupa el Tíbet, asesinó, encarceló, destrozó los templos y obligó a huir al Dalai Lama y a miles de personas.

El Dalai Lama durante su visita a España.

El Padrino oriental es tranquilo, afable y comprensivo, ofrece grandes ventajas a los que transiten por la Nueva Ruta de la Seda, pero cuando de dominio real se trata tiene bien aprendido el código siciliano y no admite que parroquia y clero cuestionen ni un milímetro su dominio estratégico e ideológico. El Padrino oriental, siguiendo la tradición, no se prodiga, es discreto y, como en el teatro de sombras, la ópera local y el kabuki, simplemente esboza, alude, señala una realidad que, ésa sí, es única, muy precisa, no contempla alternativas y deja claro que no existen salvación, episodios, argumento ni personajes otros que los marcados. Se trata de una planificación de gran envergadura que toma como escenario espacio-temporal los cinco continentes, a través de las vías estratégicas y comerciales en proyecto o en uso, y comprende este siglo y los venideros, fiel al mañana cantarín del comunismo clásico.

Asambles reciente del Gobierno y Partido Comunista Chino. (El Parlamento más zarrapastroso es prefererible. Esta foto fue tomada de una de las proyecciones en pantalla mostradas durante la conferencia sobre la Nueva Ruta de la Seda, en el American International Institute de Madrid, centro cultural estadounidense. En un ambiente de cordial visión y entendimiento  del Gobierno Chino.)

Demografía del Olimpo

En la cima de este Olimpo los Dioses Malos y su alto clero podrían encontrarse, sin saberlo, con otro colegio apostólico entregado como ellos a la suprema embriaguez: La de la Nada tras tener y haber tenido todo. Se trata del perfecto terrorista islámico. Ben Laden había poseído y gozado de cuanto puede ofrecer la vida a un príncipe árabe. Llegó entonces al punto en el que el lujo extremo es la voluntaria carencia, pero no en un solitario retiro, sino como activa doctrina que reciban y acaten los fieles. Descubrió el placer inigualable del abandono de las pasiones terrenales a cambio de una pasión mayor. Él, también, tenía una divinidad de referencia, no terrenal como los Doses Malos pero sí cómodamente abstracta, indiscutible, lejana: La anulación de lo existente, de las sucias sociedades de pensantes y variados individuos. La pureza letal es indispensable para el evangelio militante de la renuncia, el vacío y la nada, únicos que permiten, tras la gran limpieza de cuanto complace los sentidos y el intelecto, el establecimiento del mundo ideal según las naturales leyes, que comienzan por la radical selección física y mental de los seres humanos. Los Dioses Malos se sorprenderían de hallar en la colina de sus bienaventuranzas el rostro beatífico, la sonrisa  del líder que ya ha degustado la embriaguez de la soledad de altura, de élite perfecta, del desprecio a la turbia corriente de la vida.

A los Dioses Malos de Occidente los anima parecida soberbia, la de la humildad extrema, la del Sumo Sacerdote que renuncia a la cruz de oro y vestimenta que llevaron sus predecesores  no por sí mismos sino por razón del cargo, y que exhibe la cruz de plata y las zapatillas de fieltro proclamándose el más modesto de los modestos, digno de la simpatía fraternal de los que han alcanzado la cima del desdén por su propia riqueza y desprecian comodidad, apariencia y esos objetos propios del anhelo de los pobres. El Sumo Sacerdote predica la carencia de bienes de este mundo, en franco contraste con las genuinas caridad y humanidad cristianas de un dios que comía cordero y pan, bebía vino y animaba a ocuparse de los enfermos e inválidos. El público ideal de los Dioses Malos es otro, una Humanidad ya pasada por el filtro selectivo de la nada tierna Madre Naturaleza, seres jóvenes, vigorosos, resistentes, voluntariosos en el seguimiento de consignas, más dados al empleo de la energía en el deporte que en el cerebro, con buena imagen y sonrisa propia de la felicidad permanente. El Hombre Nuevo en fin, no tocado por alusión alguna a la enfermedad, la decadencia, la tristeza, la muerte Tampoco por los surcos de la reflexión ni por el peso de la memoria. Elástico, fresco y desdeñoso de la buena comida popular y del agua caliente pero admirador de todos los signos de jerarquía y dominio en los que el austero apóstol se complace. Réplica en fin del líder incombustible, a imagen y semejanza, en menor formato, de los nuevos dioses.

Paraíso VIP

Topografía del Olimpo

Finalmente es un evangelio que carece de originalidad pero no de muy material e inquietante estructura. De hecho, nunca, gracias al uso pervertido y monstruoso de la telemática, su poder había sido tanto. El reino que se pretende implantar en este mundo y cuyas consignas se escuchan en millones de canales y mensajes no es otro que el viejo comunismo remozado, el afán totalitario, el manual de fabricar en serie el Hombre Nuevo y ponerlo a disposición de los mandarines. El neocomunismo actual, todo sonrisas y verdor, tiene como música de fondo los aplausos del partido único Chino y las más toscas pero muy convincentes amenazas de las mafias rusas, de Moscú y de los controladores del paso de materias primas. Corresponde al temible empeño de destruir desde el interior, por franquicias interpuestas,  países e individuos libres, arrebatarles cuanto poseen y la idea misma de trabajar por ello, empujarlos a un redil donde disfruten, y agradezcan, la igualdad del pienso. Ahí reside la felicidad de los auténticos ricos: sobrevolar la grey, soldar sumisión y devoción en el vapor que a ellos les sirve de perfume, escuchar por doquier dos y dos son cinco, cosechar abrazos y sonrisas. Y gozar luego con su corte, una vez  revisados en múltiples pantallas los informes, de los bienes y placeres debidos a los líderes.

De la Comuna Celeste al Cielo.

Sin embargo la fractura entre los núcleos que imponen, sin asomo de consulta democrática, cambios radicales en el tipo vida y la indignación e inquietud que sienten aquéllos forzados a someterse a decisiones ajenas que repugnan al sentido común y a la profunda y legítima aspiración a la propia autonomía y al bienestar cotidiano, la negativa a sacrificarse en nombre de dioses en los que no creen, la oscura conciencia de opresión y fraude han alcanzado dimensiones y presiones propias de placas tectónicas. Y el magma no encuentra puntos de salida porque se les ha arrebatado la dignidad y la palabra, precisamente arrojándoles simulacros de comunicación infinita y de quimérico y perdurable reparto de beneficios que recibirán por la pantalla sin moverse del asiento o reclamarán en monólogos interminables con grabaciones telefónicas mientras en las calles se hacinan parados que podrían y querrían ofrecer mucho mejores y desde luego preferibles servicios directos físicos.

Ni moderno ni online

Los apóstoles online

Desde América hasta los confines de la desgajada y desgarrada Unión Europea, el hervor y explosiones consecuencia de la presión llevan gestándose mucho más de los diez años que suelen atribuírseles, aunque hayan saltado al primer plano recientemente y adquirido un pico de notoriedad con las últimas elecciones presidenciales norteamericanas y la permisiva y teatral, atrezzo lumpen incluido, toma del Capitolio. Es la perfecta ilustración, en trazos muy gruesos, de lo que se presenta como masa compuesta de los despreciables, zafios, atrasados, impresentables y malos, a los que no puede menos de personificar alguien como el Presidente saliente, que reunía esas cualidades y no dudaba en exhibirlas.

Las élites miméticas de la norteamericana, la beautiful people de Europa y aledaños, no han dudado, con conmovedora homogeneidad, en analizar y comentar cuanto sucedía recurriendo al instrumento del que llevan sirviéndose varias décadas y que han incrustado en la cultura, los mensajes y la conciencia popular. Se trata del chantaje dual, tan fácil como falso, servido por la reciente plantilla de dioses y evangelios, provistos de tópicos bienaventurados, de un bien remunerado sacerdocio y de una red de inquisiciones. Se han secuestrado lenguaje, medios de comunicación y a la expresión y gestación mismas del pensamiento en una especie de implante cerebral de autocensura mediante el cual grandes contingentes de población creen que se hallan en un mundo en el que prácticamente la especie humana se divide, y ha dividido desde la aurora de los tiempos, en Buenos/Malos,  Éstos deben identificarse -y ay del que automáticamente no lo haga- por una parte, en los primeros con el marchamo de izquierdas, progresistas, socialistas, comunistas, antifascistas, trabajadores,, feministas de género, inclusivos. centristas .dialogantes. En los segundos, abominables sin paliativos, las etiquetas fatales son  derechas, liberales, fascistas, capitalistas, burgueses, nazis, conservadores, propietarios, emprendedores, reaccionarios, machistas, extremistas, crispadores, racistas. En el caso de España, vergonzante donde los haya, en la que la visión política ciudadana se ha revelado incapaz de ir más allá de la comunidad de vecinos mal avenidos, es preceptivo añadir como Buenos nacionalidades, multicultural, identitario,  ancestral antifranquista (Nota Bene: post mortem), foral, diferencial. Los Malos gozan además en este caso de epítetos constantes: facha, centralista, franquista, nacional.

Las Tablets de la Ley

Los nuevos dioses se sitúan, en un espacio lo suficientemente alto, difuso e incontrolable como para servir a las proclamas de cualesquiera líder y élite que, en su nombre, culpabilice e imponga diezmos y vasallaje a la grey a la que él graciosamente favorece y salva. La franquicia oficial del mesías invoca a sus pares celestes. El Dios Planeta, el Dios Futuro, el Dios Clima, el Dios Energía Bondadosa, el Dios Medioambiente, el Dios Género y el Dios Victimas y Víctimos son perfectos para el perfecto totalitarismo anónimo. La utilización mercenaria del nuevo Olimpo, del socorrido santoral a siglos vista, ejerce exactamente el efecto contrario al que se proclama, impide medidas y estudios razonables, ceñidos a situaciones, lugares y seres concretos. No habrá dictador que no se deshaga en alabanzas a la nueva red de Burós Políticos Verdes, Dialogantes, Progresistas, Ambientalistas, Ecológicos, Inclusivos, Policéntricos y Multiculturales. Se trata, además, de dioses que resultan extremadamente adaptables en mantenimiento y sacrificios y que, como Futuro, el más cómodo de los dioses por cuanto inexistente, están exentos de críticas so condena de herejía.

Bueno y Malísimo (y feo).

El arma del  dualismo preceptivo es un instrumento de chantaje, continuo, social, cultural y, sobre todo, económico, puesto que significa llanamente la promoción e implantación de capas de parásitos exclusivos dueños y administradores de plataformas y sumisas audiencias, de las que extraen beneficios a escala de los Estados, lo cual rinde mucho más que corrupción alguna, gracias a la intimidación que su monopolio oficial supone y a la consiguiente extorsión ejercida contra los que sí producen, crean, valen. En suma, una sustitución del mundo real por el irreal de explotación a distancia. Un márketing de proporciones tan colosales se consigue con un dominio de los medios de comunicación abrumador, gracias a la feliz confluencia de la ola de clientelas parásitas de utopías subvencionadas (fenómeno históricamente nuevo) y el imperialismo informático. No se trata, ni mucho menos, de un simple fenómeno pasajero de manipulación semántica y demagogia. Su dimensión  se está revelando día a día, por la implosión de estructuras básicas de los países, por la inclusión en el índice de ideas prohibidas de los valores universales, por el abandono de la defensa y mención de éstos cara al exterior y por una regresión obvia y acelerada, ante la que las víctimas y afectados por la plaga parásita permanecen mudos, acobardados y desarmados a causa de la presión ambiente, de la necesidad de aceptación laboral y social, de la convicción de impotencia y por el franco temor, que se palpa incluso en las más informales conversaciones, de verse incluido en el bloque de los Malos, reaccionaros, fachas, derechistas y de ser objeto de rechazo, agresiones u ostracismo. En este sentido, se está viviendo la época de menor falta de libertad, literalmente, y mayor atentado contra la vida privada que se recuerda. Todo un logro.

Al desgajarlos de su contexto histórico para construir el mito dual, términos de muy real peligrosidad, como nazi, genocidio, totalitarismo se han banalizado y por lo tanto, al no existir delitos per se y responsables, criminales y crímenes, se ha abierto una tierra de nadie ética en la que puede acampar cualquiera y hacer y afirmar lo que le plazca mientras se cobije bajo una bandera y goce de audiencia suficiente. Hacia ese descampado se precipita un muy especial lumpen que se ve excluido y despreciado por la nueva e inalcanzable élite y que carece de formas de expresarlo, tanto más cuanto que el placebo del diluvio de mensajes es inversamente proporcional a la reflexión, el conocimiento y la significancia. El interesado mito dual ha producido también efectos nefastos en el polo demonizado de los Malos. Las víctimas de la nueva inquisición están lógicamente a la defensiva, no ven sino ataques en cualquier alabanza del sector público y se enquistan con frecuencia, sin análisis objetivo ni racionalidad algunos, en puntos ideológicos abstractos, pasionales y ajenos a la complejidad de las situaciones individuales reales y al valor de la solidaridad

 La plaga dual es pandémica, ha anegado múltiples países, pero ninguno es un ejemplo tan claro como España, porque en ella se ha llegado al evidente extremo de país fallido, lamentable zurcido de piezas y remiendos que prohíbe el uso de su propia lengua, se reparte entre clanes, abomina de su historia y es la única entre las que deberían ser sus pares que ya no merece el nombre de nación. Su caso ilustrará probablemente capítulos de estudios sociológicos por su especial explotación del mito dual a fuerza de recrear el fantasma de una pasada guerra civil de forma que sirva de perpetuo instrumento para mantener a la población bajo chantaje y monopolizar, con intención de eternidad, poder, control y economía .por parte de la clase parásita. Figurará en los manuales como ejemplo del paso de país a anécdota.

Revolucionarios esperando su momento. Madrid 2011

 

El Antiguo Testamento

La extrapolación de vocablos que sólo son válidos referidos a épocas y situaciones concretas y únicamente pueden ser utilizados en estudios históricos y sociológicos no es, finalmente, sino una de las facetas de un fenómeno de mucha mayor envergadura que puede, y está de hecho logrando, sumir en la indefensión a millones de personas. El obligatorio dualismo tiene una semilla, de considerable tamaño por sus efectos aunque relativamente reciente, que se ha utilizado para explicar nada menos que la totalidad de la Historia desde que el homínido bajó del árbol. El dogma de la Lucha de Clases, que trata con apariencia científica y definitiva cualquier faceta humana, reduce en realidad a los sujetos a rebaño, a categoría animal cuyos miembros nacen, viven, se reproducen y mueren definidos por una especie de genética semejante en cada uno a la de los demás de su grupo, homogéneo éste en comportamientos y rasgos con variaciones puramente zoológicas. Establece un dios colectivo e inmutable llamado Trabajadores que ignora la evidencia y el presente y sacrifica vidas y haciendas al Dios Futuro. Desgajado de circunstancias concretas, de análisis, el dogma es simplemente falso, y su énfasis en su igualitarismo enfermizo delata de por sí la pobreza del razonamiento, su agresividad en la imposición da idea de la carencia de base real. Se trata de una construcción en la que desaparece el individuo como sujeto, y con él  cuanto lo protegía, las leyes iguales para todos, la  pluralidad de las formas de expresión, la búsqueda independiente por parte de cada cual de la existencia que considere más dichosa.

Los viajes perdidos

Su mutación actual, del siglo XX al XXI, consiste en dominar órganos de propaganda, alimentar continuamente variables de rencor victimista, disponer de vastísimas clientelas dependientes en lo material, cultural y laboral de satrapías anónimas que les reparten lo que ellos ni se merecen ni se han ganado por sí mismos y reservar para la nueva e inalcanzable élite lo mejor de lo anteriormente producido. Poco importan los cuerpos, en este contexto. Es mucho más útil el dominio, desde el interior, de los comportamientos dirigidos por la diaria ración de consignas disfrazadas de ideario preceptivo que tiene un mandamiento cardinal: No percibir la realidad, los actos concretos realizados por personas concretas, es decir, lograr la desaparición de la responsabilidad individual, la desaparición del planeta auténtico, que es el cotidiano, y su sustitución por construcciones virtuales, eternas y universales. Éstas son al mismo tiempo transitorias, puesto que cada una reemplaza impunemente a la anterior sin posibilidad de réplica ni aun de recuerdo, porque  memoria y conocimiento han quedado abolidos y su frágil, limitado y manipulado espacio es el de una pantalla cambiante que carece de reservas propias gracias a la destrucción de los fundamentos del saber por obra de Reformas Educativas diseñadas para ello, y que no por azar son acérrimas enemigas de Humanidades, Historia, Estudios Clásicos, Arte y de cualquier acto y persona que muestren grandeza o que hayan sido guiados por caridad, desprendimiento, heroísmo, honradez y excelencia.

El saber sí ocupa lugar

El limitado espacio de la percepción y la memoria es ajeno a la omnipotencia cognitiva que parece ofrecer la lluvia de comunicación. Lo que está ocupado por Me Too, por normas sobre el color rosa,  por la felicidad sin propiedad y el eterno San Valentín prometidos por China y la vasta mafia oficial rusa no deja oportunidad ni lugar para hablar de los millones de muertos, de sus campos de concentración y de sus presos. Ni tampoco hay sitio para la mayor discriminación que ha existido y existe: La de las mujeres en el Islam, véase la teocracia iraní.

La máscara de hierro islámica

 

 

 

El ser humano aquí y ahora, irreemplazable, de vida corta y derecho durante ella a buscar su propio camino, es objeto del mayo desprecio e impune agresión por  parte de los nuevos dioses. Su mayor enemigo es la mesnada de Hombres Nuevos diseñados por los subalternos del olimpo, de cerebros y rostros lisos y sonrientes y mirada fija en el futuro luminoso mientras ignoran y pisotean a los hombres reales.

Naturalmente, en tan idílico panorama a la memoria y la evidencia las sustituye el relato, una construcción momentánea de los hechos presentes y pasados sobre la cual es fácil colocar al dios Futuro, y cambiar su apariencia según conveniencia del momento, de forma semejante a cómo se cambian los canales en pantalla. El evangelio relato pasa a ocupar el espacio de cuanto era conocimiento, análisis, historia; en él Europa desaparece y se amputan sin rebozo desde la cátedra y el discurso sus raíces, muy presentes y profundas, del Derecho Romano, la cultura clásica grecolatina, el cristianismo. Libertad, individuo y Derechos Humanos desaparecen por el sumidero junto con la necesidad de correr riesgos por ellos y defenderlos. Tal defensa no tiene sentido en un espacio que ya no se considera heredero de nada, de nadie ni de civilización alguna puesto que se ha reducido a un flotante y variable archipiélago de entidades diversas prestas a acomodarse a cualquier vencedor medianamente seguro de sí. El empeño de unión  europea, los ideales del siglo XX,  son presentados como vías muertas ocupadas por burocracias distantes y enfrentamientos patentes o larvados, mientras el decepcionado vulgo, ya maduro para la sumisión por el antiamericanismo que lleva escuchando desde hace décadas aunque los gastos de su libertad, defensa y buen vivir hayan corrido a cargo de Estados Unidos, está presto a rendir vasallaje al decidido y abrumador poder del totalitarismo de los nuevos amos. El relato occidental sólo admite pequeñas europas incapaces de sentimiento común, pasión ni nervio alguno

La limitación de espacio no atañe ni mucho menos tan sólo al cerebral y psicológico. Tiene otra faceta de paralela envergadura: La material, la económica, la distribución de un muy definido presupuesto, de medios y partidas que se miden en números y que si no van a un sector van a otro, sumas que las parroquias de los dioses malos se disputan con uñas y dientes, con tanto mayor ferocidad bajo la fina capa de angelismo cuanto que los beneficiarios son conversos cuyo exclusivo mérito es el control de la comunicación, la propaganda y la repetición de consignas de amor, paz y felicidad planetarias, multiculturales, verdes y eternas.

Ambos espacios, el cognitivo y el material y económico, están ligados como nunca en siglos pasados había ocurrido, porque se ha impuesto, técnica y puñado de monopolios comunicativos mediante, a una cantidad abrumadora de habitantes del planeta una realidad virtual, un deber ser venido de las alturas y predicado desde Sinaíes inalcanzables por Moiseses de sociedades anónimas. La relación entre las sucesivas cruzadas y la evidencia observable es nula, el uso espurio de la informática obvio, la ciencia está secuestrada mientras los fondos van a subvencionar cruzados y comisarios de las sectas. La élite del bien remunerado evangelio está lejos de ser el jardín temático de millonarios aburridos que juegan a la manipulación utópica. Es el envés indispensable de formas de explotación y dominio muy de este lugar y tiempos y de un plan sin libertad alguna para los siglos venideros.

De sacrificios, timos y callejeros del Paraíso

Los dioses tienen, generalmente, en las mitologías su contrapartida femenina. Futuro no puede ser menos y a su palio acompaña estrechamente Modernidad, en cuyo nombre dictadores y franquicias pueden imponer cualquier cosa, planear en un espacio etéreo ajeno a la menor crítica y cambiar, Tablets de la Ley en mano, sin asomo de consulta democrática, la vida cotidiana de millones de seres. Para mayor poder, riqueza y gloria del nuevo Olimpo, cuyo clero se caracteriza por un tipo de estupidez original, nueva y telemática mezcla de suficiencia, desprecio por el vulgo, ambición y prepotencia que ocupan en ellos el espacio de la memoria, la experiencia y la inteligencia. Naturalmente, por beatífica y desligada de los bienes de este bajo mundo y de sus torpes habitantes que la nueva religión pueda parecer, los dioses malos amén de obediencia y diezmos, necesitan sacrificios, humanos incluso, porque el miedo es, por mucho que se lo vista de austeridad de diseño, garantía de sumisión. Conviene incrustar, tatuar bien en las conciencias que sus pequeñas vidas son deleznables y prescindibles al lado de la salvación del planeta y de la de cuantos animales y plantas lo han habitado. En países donde hasta el más diminuto caniche debe tener sus vacunas y garantías de vigilancia conviene soltar osos y lobos, nada vegetarianos, y considerar sus posibles y presumibles víctimas homo sapiens caídas en pro de una causa mayor. Convencida la sociedad, por medio de los arcángeles del dios correspondiente, de que buena parte de ella sobra, el humano intruso debe manifestar su alegría por contribuir, con sus proteínas, a la reproducción de cualquier ser que no lo sea. Cuando no pueda arriesgarse a andar por el campo sin exponerse a la garra del oso, felizmente desaparecido hace siglos de la montaña hispana, cuando sienta, antes de que le degüelle, el hálito del lobo, cansado del cordero del menú, a su espalda, siempre podrá consolarse, antes de morir, con la esperanza, gracias a la genética, de la próxima recuperación de los voraces reptiles gigantes del Jurásico.

El evangelio de los dioses malos promete un paraíso terrenal de parques temáticos de minorías agraviadas sustentadas, sin mayor mérito que su identificación gregaria, por sectores acotados al efecto y sometidos por la policía del clero del nuevo culto a las víctimas diferenciales. Con la ayuda inestimable e indispensable de la dictadura paralela online, que, en vez de integrar naturalmente en límites prácticos de utilidad general las nuevas tecnologías, se esfuerza en crear una red de absoluto control y dependencia en un grado jamás conocido y que, lejos de procurar progreso y bienestar, está eliminando hasta la más mínima posibilidad de expresión democrática, autonomía, intimidad y defensa de derechos. La desaparición del individuo y la ocupación de su espacio significan la erradicación de relaciones físicas, comunicación directa,  privacidad y autonomía, y la sustitución de muy queridos usos cotidianos  por la esclavitud entre cuatro paredes y una pantalla, mientras las élites gozan de los placeres de la vida real. Nada más grato que este panorama para el dictador y su corte, que sacarán ritualmente en procesión a los dioses malos con Futuro a la cabeza, ante cualquier asomo de protesta y reinarán sobre el rebaño ideal segregado por el Estado de Excepción, tan prolongado como sea posible, que pronto se confundirá con los usos habituales.

 

El rescate

En cualquier lugar……

Y sin embargo sobrevive

La persecución del individuo ha sufrido y sufre un ataque de inusitada, pero organizada, violencia en todos los frentes. Y es inseparable de la destrucción del fundamento mismo de cuanto ha hecho mejor, universalmente adoptada, libre, próspera y grata una forma de vivir, pensar y organizar sociedades. Hay una mezcla de depredación impune, codicia, envidia, rencor social y odio sembrada en ingentes cantidades, una degeneración, que sería caricatural si no fuera por lo letal de sus efectos, del término democracia, que no en vano emplean indefectiblemente todas las dictaduras. El sistema del que ha desaparecido el individuo en sí como centro ha sido tomado por elementos ajenos a la libertad y valores de la persona, véase etnia, lugar geográfico, sexo, color de la piel, ritos tribales, usos comunitarios religiosos, historias míticas. Exactamente lo contrario al progreso y la civilización, que han sido claramente, y con no poco esfuerzo y retrocesos, una lucha por la independencia de las cadenas externas, predeterminadas por factores ajenos a la libre voluntad, una toma de conciencia del valor de esfuerzo, trabajo y méritos propios sin los cuales no hay solidaridad ni bienestar algunos, un ascenso hacia una humanidad que sin el ejercicio del libre albedrío ya no lo es.

Alguien avanza.

Precisamente por eso, y porque el revulsivo de la pandemia ha venido a poner en evidencia en toda su crudeza la fragilidad de lo que se daba por adquirido y perdurable, es buen momento para aprovechar la oportunidad del rescate, de la forma mejor de vivir que se quiere destruir y reemplazar, de la idea del individuo con todo lo que conlleva, de las bases fundacionales de Europa que fueron y son capaces de universalizarse por la común aceptación y comprobación de su excelencia. Es tiempo de rescate en la reflexión sobre China, que no es una masa amorfa de millones de autómatas ni un alien de monstruoso tamaño y lejanía, sino seres con capacidad de diferencia, disidencia, voluntad y cambio. Tiempo de rescate y denuncia de la falsificación de la historia y del antiamericanismo de salón, de la delegación de la autonomía personal y de la conciencia de su precio. También rescate de la indispensable revolución técnica, de la tecnología adaptada, y no a la inversa, a la necesidad y deseos reales de la gente concreta. Con clara percepción de que se puede morir de seguridad y no de amor, vivir miserablemente bajo la aparente comodidad instantánea de nuevas dictaduras, perder cuanto por simple instinto se sabe que es mejor y estimable.

La confrontación con la desgracia, el desconcierto, la indefensión inicial ante la pandemia han desnudado el hermoso cuerpo de lo que por civilización se entiende, lo han hecho, por ello más vulnerable pero también más propicio a recuperación y diagnóstico, más accesible al aprecio por la conciencia de que puede perderse y de que es forzoso luchar por él. Sin temor a los falsos dioses, Rescatando así cada uno lo mejor de sí mismo.

Viva la vida. Ésta.

 

 

 

 

El arma más poderosa

Hay algo que es más poderoso que todo: Una idea, cargada de libertad, de respeto por el individuo y de amor a la vida. Es arma lenta, con pausas y retrocesos, pero su poder nada lo iguala. Es exclusiva de la especie humana, los colmillos, astas, garras y veneno del primate desnudo e indefenso. Anida quizás en un recoveco gris de su cerebro mas no es sólo cerebro. Quizás se desplaza por su médula y navega en su sangre. Corre a más velocidad que el guepardo, hiberna y se aletarga durante largos períodos. Puede hacerse invisible como el agua bajo la luz. Pero luego crece, se afirma, resplandece, y muestra esa cualidad única que es la capacidad de dar lo que no se tiene: Fuerza, esperanza, ánimo.

Ancha es Castilla.

Siempre es primero la idea, y luego se materializa en un objeto, en un plan, en actos. Inexplicables serían si no la extensión de proyectos, los descubrimientos e invenciones, los cambios de gran envergadura a  partir de pobres orígenes y aislados individuos.

Tiene su reverso, de temor, cobardía, servidumbre, que, como carroñeros al acecho, siempre esperan su oportunidad temporal. Sin embargo el arma es tan poderosa que sobrenada crisis y bajezas, prende, y ya no se extingue, erguida como una vela a imagen del hombre frente a los tanques, saboreando,  junto con el reprimido instinto de la fuga, el sabor de su propia dignidad.

Para envidia de los malos dioses.

Rosúa